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El Cardenal D. Antonio Cañizares ha publicado un Carta Pastoral dirigida a las Cofradías de la Diócesis de Valencia. Este documento nos ofrece algunas orientaciones y criterios para la renovación de las hermandades, así como para su consolidación y crecimiento como fuentes de evangelización cristiana. Nos invita a hacer una reflexión  en cuanto hermandades y miembros de las mismas, para ver dónde estamos y si somos fieles a las exigencias que la pertenencia a ellas comporta a cambiar y renovarnos conforme a las exigencias  del Evangelio en todo lo que sea necesario.

D. Antonio Cardenal Cañizares reconoce la fuerza que tienen las distintas cofradías dentro de la Diócesis de Valencia y por tanto nos invita a sumarnos al esfuerzo de evangelización en el que estamos comprometidos todos los cristianos, especialmente en estos tiempos tan “recios”en que nos encontramos, como diría Santa Teresa de Jesús. Como comunidades educadoras que somos las hermandades, debemos ser capaces de ofrecer un testimonio auténtico, a través de la Hermandad y de las relaciones entre sus miembros, de los actos de piedad y de culto, así como de una adecuada catequesis.

El Cardenal hace a través de esta carta unas reflexiones generales sobre las funciones y exigencias de las Cofradías, que no son, según el Cardenal,  opiniones ajenas a la Iglesia, de tipo cultural o de tradiciones de los pueblos, ni tampoco los medios de comunicación, ni los intereses subjetivos los que han de decir qué son las hermandades y cómo han de regirse.

“Quisiera que esta Carta Pastoral sea ocasión de un nuevo descubrimiento del tesoro de la Fe y de la vida cristiana, en toda su belleza y su verdad para que puedan reflejarse y comunicarse en nosotros con más transparencia el rostro de Cristo”, aclara el Cardenal Cañizares.

Las cofradías son un hecho cristiano y eclesial. Así ha sido el origen de las hermandades, esa es su tradición, esa ha sido su vida y así deben continuar, so pena de carecer de sentido y estar llamadas a su desaparición. Surgidas, pues, de la fe y animadas por ella en su tradición, las hermandades han de ser realidades vivas: no nos interesa que sean transmisoras de un pasado muerto o nostálgicas de algunos aspectos del pasado que han perdido su vitalidad interior y se han convertido en meros gestos exteriores, ritualistas y superficiales, ni nos interesa que sean copia e imitación de formas exteriores que se ven en otros lares, pero que aquí no son expresión del alma de la fe que ha de animarlas.

Las cofradías deben ser: escuelas de formación cristiana; ayuda y aliento para la vida cristiana de sus miembros; ejemplo de fraternidad; testimonio vivo y ejemplo de vida cristiana; lugares donde se viva la comunión eclesial con el Papa, con los Obispos y los presbíteros de las respectivas diócesis y parroquias en las que están insertas; estructuras eclesiales al servicio del apostolado y la evangelización de los laicos.

No son un mero hecho cultural, ni un elemento simplemente social y popular, o una “peña de amigos”. Tampoco lo son para lucimiento de nadie, ni para las genialidades o protagonismos de nadie. Sois de la Iglesia y para la Iglesia.

¿Cómo debe ser esa nueva evangelización?

El Cardenal nos comenta en su carta que deberemos recibir de nuestro consiliario orientaciones precisas para llevar a cabo esa obra evangelizadora a través de la vida cofrade y de la religiosidad popular.

En la Carta se nos anima a las Cofradías a ser un testimonio y una ayuda a que los demás cristianos vivan como se debe la Semana Santa. Nos urge  a todos testificar y anunciar  lo que estos días celebramos. Para vivir bien la Semana Santa nos apremia proclamar que Cristo ha muerto por nosotros, que ha resucitado para nuestra salvación, que por pura gracia estamos salvados, que Él es el Evangelio vivo, la verdad que nos ilumina. Esta carta nos invita a reavivar nuestra fe en Cristo, alimentada y acrecida en la contemplación y celebración de los sagrados misterios de la Pascua, para anunciar que Cristo ha muerto por nosotros y ha resucitado. Vivir esta verdad y anunciarla con obras y palabras es vivir la Semana Santa.