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Escuha aquí el dolor

 
Texto: Fernando Chorro

 

LA HUÍDA A EGIPTO (Mt 2, 13-15)

José, habiendo recibido en sueños el aviso del ángel de las intenciones de Herodes de matar al Niño, tomó a Jesús y a su Madre para huir a Egipto.

María padece la ira de un tirano que utiliza el poder, no como servicio a los demás, sino como medio para servirse de ellos, buscando sólo el beneficio personal, a costa de lo que sea. Qué lejos está Herodes de cumplir con lo que dirá más tarde Jesús: “El que quiera ser el primero entre vosotros sea vuestro servidor”.

María es Reina de la Paz porque, como Madre Nuestra, es siempre cercana, auxiliadora y apoyo constante en nuestra vida.

La Virgen Santísima sigue sufriendo cuando ve que nosotros, sus hijos, hablamos elogiosamente de paz, pero que lejos estamos de contribuir a ella, con nuestras iras.

La ira del niño, del adolescente o del joven que no quiere aceptar los consejos o las correcciones de sus mayores.

La ira entre los esposos, que no recuerdan que su compromiso de amor se realiza día a día.

La ira de los padres hacia los hijos, como consecuencia de la falta de diálogo y, en ocasiones, de la falta de tiempo que se les dedica.

La ira en el lugar de trabajo ocasionada, en muchas ocasiones, por no saber escuchar y no practicar la corrección fraterna.

La ira entre los que desempeñan cargas públicos, que no saben buscar el bien común y, en muchas ocasiones, sólo saben de tácticas partidistas.

Y tantas otras iras…

Virgen Dolorosa haz que aprendamos de ti a practicar la paciencia. Esta virtud nos lleva, ante las diferentes situaciones en la vida, a ser personas de serenidad, de paz, de diálogo, de comprensión y de perdón.