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Escuha aquí el dolor

 
Texto: Fernando Chorro

 

MARÍA SE ENCUENTRA CON JESÚS CAMINO AL CALVARIO (IV ESTACIÓN DEL VÍA CRUCIS)

“Tomaron a Jesús y, cargando Él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» donde lo crucificaron”.

Jesús, que es: la infinita bondad, la infinita mansedumbre, la infinita paz, el Hijo de Dios, cargado con la cruz, es la imagen de la mayor humildad.

María, ante su prima Isabel, dijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava…”

Jesús y María nos enseñan permanentemente con su vida lo que es la auténtica humildad. La humildad es la cualidad que abre la puerta a las demás virtudes  en la vida y la soberbia es la puerta cerrada y blindada.

Que enorme tristeza produce:

– La soberbia del que ostenta un poder.

– La soberbia del que se considera muy inteligente.

– La soberbia del que ha adquirido una cierta fama en alguna faceta de la vida.

– La soberbia del que por sus riquezas materiales se cree superior a los demás.

– La soberbia del que se admira a sí mismo y sólo ve imperfecciones en los otros.

– La soberbia de aquél que desea que le rindan pleitesía.

– La soberbia del que cree que todo lo hace bien.

Virgen Santísima, Reina de la Humildad: Haz que nos esforcemos a seguir el ejemplo de tu Hijo y el tuyo para:

Ser humildes al ejercer una autoridad.

Ser humildes en el servicio a los demás, cuando utilicemos las cualidades que Dios nos pueda haber concedido.

Ser humildes para reconocer nuestras imperfecciones y las virtudes de nuestro prójimo.

Y saber, por la humildad, ser agradecidos, pedir perdón y perdonar.