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Escuha aquí el dolor

 
Texto: Fernando Chorro

 

JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO (Jn 19, 38-42)

El cuerpo de Jesús es puesto en el sepulcro. María sufre la dolorosa separación de su Hijo y el tormento que ha sido su Pasión y Muerte. En el corazón de la Virgen hay una luz encendida, pues Jesús ha dicho: “Yo soy la Resurrección y la Vida…”

El sepulcro, que recibe el cuerpo de Jesús, se convierte en el cofre sagrado que recibe las joyas más preciadas. En él están: las manos de Jesús que han curado, que han bendecido y que han santificado; los labios de Jesús, que han predicado la Verdad; los ojos de Jesús, que  han mirado con gran ternura; los pies de Jesús, que han ido en busca de todos; la sangre de Jesús, que ha sido derramada por toda la humanidad; el corazón traspasado de Jesús, que infinitamente ha amado…

La Virgen Santísima recuerda las palabras de Jesús: “No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra…Haceos tesoros en el Cielo.”

María sufre al ver la avaricia en tantos hijos suyos:

– Los que sólo viven por y para el dinero.

– Los que sin escrúpulos, mediante la corrupción, buscan enriquecerse.

– Los que no entienden su trabajo como servicio, sino como medio para tener más.

– Los que explotan a los humildes, atesorar bienes.

– Los que ocupan cargos públicos no para el bien común, sino teniendo como meta el beneficio propio.

Y actuando así, ¿qué se van a llevar al sepulcro?

¡Oh, Madre Nuestra!, ayúdanos a que entendamos las palabras de tu Hijo: “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón” y, de este modo sepamos elegir bien: que sea Cristo, su vida y su mensaje, las perlas preciosas que hay buscar.