La educación, ¿realmente es importante?

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> Texto: Elisa Vega Montero, profesora de religión del IES El Clot – Valencia

La educación: ¿Realmente es importante?

 

Vivimos en un mundo donde la prisa y la globalización se encargan de satisfacer necesidades que pasan inadvertidas. Nuestros hijos necesitan aprender los verdaderos valores cristianos. No sirve solamente en formar a buenos ciudadanos, sino a personas verdaderamente comprometidas en la Fe. Personas plenas en las que ver las actitudes de Cristo.

En pleno siglo XXI, en el que el tema estrella de la información es la crisis económica y la comunicación global es el rey en los medios, tanto que no hay persona en el mundo occidental que no esté conectada al mundo digital mediante algún dispositivo digital de bolso, bolsillo o lo tenga en la sobremesa de su despacho, seguimos preguntándonos  y “la educación…¿Realmente es tan importante? ¿Es tan urgente?, como nos decía el Papa Benedicto XVI”.

Hoy en día encontramos ante la pregunta que muchos padres se plantean: ¿Para qué tengo que educar a mi hijo/a? ¿Por qué tengo que formarme? Si total para ser un buen ciudadano… Hoy vivimos en una aldea global que busca mantener a los ciudadanos conectados, informados, activos…y para todo ello hace falta un lugar dónde aprendan, dónde les moldeen a imagen y semejanza de lo que los propios políticos quieren de ellos. Pero en realidad esto no debe ser la última razón de la educación…y si lo es, estamos equivocados, ya que no hemos nacido para ser ciudadanos, o por lo menos yo creo que no.

La educación debe dar respuesta a lo que somos realmente, a nuestra esencia. Esa esencia que surge de ser Imagen de Dios, es decir, capaces de amar y de descubrir el amor y además Él nos ha creado dotándonos de libertad y voluntad. La educación debe dar respuesta a esa realidad. Debe de anhelar sacar lo mejor de nosotros mismos.

A veces no sabemos muy bien lo que es lo mejor, pero sólo tenemos que mirar a Jesucristo para saber qué es lo mejor para nosotros, Él es el mejor, el espejo en el que mirarnos y el modelo al que aspirar.

Si fuéramos capaces de conseguir que cada padre viera a sus hijos con esta mirada, con esa esperanza de ver una persona plena, de ver las actitudes de Cristo en su hijo, porque mediante el proceso educativo, cada acción, cada esfuerzo ha ido encaminado a conseguir el bien más alto para esa persona, ha ido orientada a que nuestro educando sepa elegir como elegiría Jesús… realizaríamos una revolución social, porque ya no pondríamos todo nuestro entusiasmo en que nuestros hijos sepan muchas cosas, sino que apostaríamos por el potencial real de la persona.

Como veis, la educación tiene una gran misión si ve al ser humano como persona que desarrollar. Esta misión no se consigue en la soledad, sino en el contacto y la relación con los padres, los maestros, los abuelos. La persona necesita del apoyo y la guía de alguien con autoridad para poder crecer, para poder desarrollarse en su máxima plenitud. Por eso la educación es tan importante, y por eso hay que animar a los padres a educar a sus hijos, animarles a superar los problemas del día a día teniendo siempre en el horizonte la imagen que no debemos olvidar, ese modelo al que aspiramos, o debemos aspirar, que es Jesucristo.

Sí, la educación es importante porque es el medio por el que la persona se desarrolla y puede llegar a ser el sueño que Dios tiene para ella: la mejor imagen de Dios aquí en este mundo terreno que aspira a vivir en el mundo celestial. Por eso os animo padres, educadores, abuelos, tíos, tutores… a que cada vez que miréis a un niño pararos a pensar en el maravilloso reto que tenéis ante él: ser colaboradores directos de ese gran proyecto que se llama persona.