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Texto: Fernando Chorro

 

¡Oh, María, Madre Nuestra! queremos unirnos a tu dolor, para que, con tu ejemplo de seguimiento fiel a tu Hijo, sepamos convertir nuestros sufrimientos en gozo y compromiso de vida.
Que las dificultades que supone, en ocasiones, el ser cristiano, se conviertan en el gozo de vivir la buena noticia del Evangelio
Que el sufrimiento de ver a la Iglesia perseguida y acosada, se convierta en el gozo de hacer que sea, cada vez más, auténticamente luz del mundo.
Que la angustia de aquellos momentos en los que se vive una oscuridad en la vida de fe, se convierta en la alegría de encontrar a Dios y la fortaleza que concede su gracia.
Que el dolor de las cruces que cada uno lleva, se convierta en el gozo de ser cirineos para las de los demás.
Que el padecimiento de ver la enfermedad en nuestros seres queridos, se convierta en la paz que concede en servirles con amor.
Que la tristeza de vivir una religiosidad superficial, se convierta en la alegría de mirar con los ojos de Cristo.
Y que el dolor por los sufrimientos que causamos a Nuestro Señor, se convierta en la alegría de vivir con la esperanza de la Resurrección que nos salva.