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> Texto: Fernando Chorro

María, José y el Niño huyen a Egipto porque saben que Herodes le busca para matarlo. Ante esta situación de grave angustia, María tiene el gran consuelo de sentir el amor de una familia unida.
En nuestro tiempo María tiene el sufrimiento de ver tantas familias rotas o familias que no son una comunidad de amor.
Las familias se rompen, o viven sin amor: si el hombre y la mujer no se tomaron en serio su vocación de esposo/esposa o de padre/madre; si los esposos no han sabido asumir la exigencia de una vida en común; si cada uno de los miembros de ella no está dispuesto a entregarse por completo al servicio de los demás; si no se vive un amor auténtico, que supone querer a pesar de los comportamientos negativos y defectos del otro; si no se está dispuesto a pedir sinceramente perdón y perdonar.
¡Oh María! tú que viviste la alegría y el apoyo de vivir en una familia unida, tiende tu manto protector a las familias para que en ellas se viva una entrega generosa entre sus miembros y sean, por tanto, una auténtica escuela de amor que lo irradie en nuestro mundo.