> Texto: Miguel Fons Consiliario de la Hermandad
Apenas se ha levantado Jesús de su primera caída, cuando encuentra a su Madre, junto al camino por donde El pasa. Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo. (S. Josemaría)
En la oscura soledad de la Pasión, la Virgen María ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad; un sí a la voluntad divina. Que podamos sentir, cómo María, sale a nuestro encuentro cuando la cruz es demasiado pesada.