Cinco pilares para una fe

 

Texto: Fco. de Borja Llorens (Pbro.)

(Resumen conferencia impartida en los locales de la Hermandad el 5/12/2012)

Este año estamos en el Año de la Fe. Desde el 11 de octubre de 2012, hasta el 24 de noviembre de 2013, y coincidiendo con el cincuenta aniversario del Vaticano II, y el veinte aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, el Papa Benedicto XVI ha tenido a bien, declarar un Año de la Fe, siendo éste “una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”, tal y como dice el Santo Padre, en la Carta Apostólica en forma motu propio, titulada “Porta Fidei” (Puerta de la Fe), por la que se convoca, pues, este Año de la Fe.

Este año, pues, pretende el Papa que sea un año para que se haga más fuerte nuestra relación con el Señor, y podamos profundizar y renovar nuestra creencia en Dios. Por ello, el Papa titula su carta como la puerta de la fe: quiere que atravesemos esa puerta, para emprender un camino que dura toda la vida, y que éste empieza con el bautismo, concluyéndolo con la misma muerte. Dice el Papa Benedicto XVI en Porta Fidei:

1. El hombre capax Dei (capaz de Dios)

“Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega” (Cf. Lc 1, 38). Los hombres, al igual que María estamos abiertos a la Fe, y capacitados para creer en Dios. Tal y como dice el Papa en Porta Fidei: “El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él (…). La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree (…). El conocimiento de la fe introduce en la totalidad del misterio salvífico revelado por Dios.”

2. Nuestra libertad es Dios

“En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él” (Cf. Lc 1, 46-55). El hombre no puede decir que no a Dios, no puede hacer el mal siempre. Porque si así lo hace termina siendo un peligro para la sociedad. Siempre y cuando ese Dios no sea una ideología, porque si es así, nos convertimos en terroristas, lo vemos casa día en Oriente Medio. Dios no puede ser fruto del pensamiento del hombre, y si desde nuestra libertad acogemos a Dios, seguro que seremos más felices, porque uno cuando hace el bien se siente feliz.

3. Podemos dar razón de nuestra fe

“Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (Cf. Lc 2, 6-7). Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes” (Cf. Mt 2, 13-15). A veces a Dios lo reducimos a meros espiritualismos, valores… Y da la casualidad que Dios es creador, creador de todo, del cielo y de la tierra… Que podamos dar razón de nuestra fe, y ello es un signo de veracidad.

4. Dios hace una historia de salvación con cada uno de nosotros

“Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario (cf. Jn 19, 26-27). Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús…” (Cf. Lc 2, 19.51). Dios hace una historia de salvación con cada uno de nosotros, y por ello, es muy importante tener sentido sobrenatural de las cosas, es decir, saber descubrir la acción de Dios, el Amor de Dios, en cada una de las cosas que nos ocurren o que ocurren a nuestro alrededor, y no culpar a Dios, de lo que no tiene culpa. Porque si ante el mal Dios interviene, nos priva de la libertad y Dios nos ha creado libres, enteramente libres.

5. En la iglesia está la salvación

“Y, guardando todos los recuerdos en su corazón, los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo” (Cf. He 1, 14; 2, 1-4). No podemos ser cristianos de puro nombre, sino nuestra pertenencia a la Iglesia tiene que ser visible, como cuando yo me apunto a una cofradía. La Iglesia necesita cristianos convencidos, valientes, y testigos de la fe. No valen cristianos que se pongan a criticar a la jerarquía, a los sacerdotes, al vecino de al lado, a los de la otra parroquia, a los de la otra cofradía, etc. Hoy más que nunca es necesaria la comunión, y la comunión empieza por la humildad, por la caridad. Todo esto que acabamos de exponer, teniendo el ejemplo de María, es bueno rezarlo, es bueno llevarlo a cabo, y es bueno ser testigos del Señor en medio de este mundo. Fiarnos de Dios, es fiarnos de la Iglesia, y fiarnos de la Iglesia es fiarnos de Dios.