ENTREVISTA A NUESTRO CONSILIARIO

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> Texto: Joan Estornell

Semana Santa: Pasión de Dios por le hombre, misterio de amor

Abierto, accesible y muy humano, así es nuestro consiliario, Miguel Fons García. Natural de Turís es licenciado en teología. Su día a día transcurre rodeado por gente con problemas de inserción en la sociedad; respira con presidiarios, algunos de ellos cumpliendo condena en el centro penitenciario de Picassent, mientras que otros cuentan las horas para su ingreso y acuden a él para asesorarse. Miguel Fons es el presidente de la asociación Jezrael de Gandia encargada de dirigir el centro Endavant – centro que gestiona los terceros grados penitenciarios y las condenas sustitutorias de prisión de Gandia y comarca -. Son varias las parroquias que atiende, entre ellas las de Potries y Beniarjó. Desde hace siete años es el consiliario de la hermandad Nuestra Señora de los Dolores.

¿Qué es un consiliario?

_Podríamos decir que es una animador de la Fe que tiene como objetivo que los fieles se abran progresivamente al ministerio de Dios y en este caso de nuestra madre la Virgen Dolorosa. Dicho de otro modo, es la presencia de la jerarquía de la iglesia en la cofradía. En una frase: soy el asesor religioso de la hermandad. El que cuida de la fe de los hermanos.

El consiliario debe velar y garantizar la comunión de la iglesia plena de la hermandad y de todos sus miembros mediante el desempeño de sus funciones propias y relativas a la predicación con autoridad de la palabra de Dios, el servicio de los sacramentos y de la eucaristía en particular.

¿Quién nombra al consiliario y por cuánto tiempo?

_El nombramiento lo realiza el Arzobispo de la diócesis de Valencia. En 2008 el abad de la ciudad, Ángel Saneugenio, me comunicó que la Dolorosa se había quedado sin consiliario y que me habían propuesto para ostentar dicho cargo. Ni que decir tiene que acepté muy gustosamente, sin pensármelo ni un instante. Por aquel entonces estaba en la parroquia de San José de Gandia junto al padre Priscilio. Es un cargo que no tiene una duración concreta. Es indeterminada, hasta que se produzca un cambio por traslado.

Muchos de nuestros hermanos reducen la Semana Santa únicamente a la expresión de desfilar en las procesiones. ¿Qué está fallando en la pastoral de la Hermandad?

_Está claro que hace falta una mayor presencia, pero una presencia verdadera y correspondida. Hay cofradías que todos los meses programan una eucaristía, pero al final, siempre son los mismos los que acuden. No se llega a un gran número de cofrades. Y en cierto modo, porque la iglesia ha permanecido durante mucho tiempo dentro de una burbuja a espaldas de la realidad. Ahora toca cambiar esta tendencia de secularización integral en la que estamos viviendo y ver cómo recuperar la participación de la sociedad y a través de qué actos. La Semana Santa es un trabajo de todo un año con un carácter cíclico. Reconozco que hace falta un poco más de pastoral dentro de la cofradía. Buscar los momentos clave litúrgicos para incidir en ello, en los que la presencia y la predicación son primordiales.

¿Cree usted que esa secularización de la sociedad ha llegado también a la Hermandad?

_Sí. La Semana Santa en líneas generales está algo secularizada. No hay más que darse una vuelta por las diferentes sedes canónicas de las hermandades, donde residen las imágenes, y podemos palpar esa expresión mínima de la que hacíamos alusión hace unos instantes.

A pesar de ello ¿De qué salud reza la Hermandad de la Dolorosa?

_Espiritualmente, fría. Pienso que es imprescindible dinamizar la pastoral. No podemos obviar la secularización brutal que estamos padeciendo. Sin ningún tipo de dudas la más fuerte de la historia de la iglesia. Y ante este fenómeno no nos podemos quedar cruzados de brazos. Hemos llegado al punto que la Semana Santa se siente más como una representación cultural, espectáculo, que expresión de Fe.

Nos hemos dejado arrastrar por las modas, primando la vertiente lúdica frente al sentimiento religioso que debería tener. Es cierto que hay una respuesta masiva pero que para nada se corresponde con la imagen de las parroquias, cada vez más faltas de feligreses. Esto nos hace pensar que algo está fallando. Esa plataforma por antonomasia de la educación de la Fe, como son los colegios, no se plasma en la juventud presente en la vida de la iglesia de Gandia. Este es el diagnóstico. La solución: haremos lo que buenamente podamos. Corren malos tiempos. Esperemos que el Espíritu Santo supla nuestras carencias y limitaciones.

Las hermandades son el reflejo entre la sociedad y la Iglesia. El divorcio que se ha producido entre la vida de los que se consideran creyentes y la moral de la iglesia es palpable. La enfermedad es que la Fe no acaba de conformar la vida de las personas y acaba siendo una mera creencia que poco puede influir en la propia vida. Creencias que no calan en nuestro interior. Que únicamente se quedan en la superficie.

¿Qué podemos hacer con nuestros hermanos que por vicisitudes de la vida se han visto engullidos por una falta de Fe verdadera?

_Para ello solo hay una receta: Darles testimonio, anuncio y apelar a la Gracia de Dios para que vuelvan a ver la luz de la verdad. Necesitamos, pues, un plan pastoral de intervención en la propia Hermandad para que todos ellos puedan abrirse de nuevo paso. Como dijo el Papa Benedicto XVI, tenemos que tener claro el discernimiento de cuándo hablar explícitamente de Dios y cuando dejar que nuestras obras hablen de Él.

Entonces, ¿cómo podríamos vivir más intensamente la Fe por nuestra madre Dolorosa?

_De un modo muy sencillo. Llegando a Cristo a través de nuestra Madre. María siempre nos lleva a Él. Si al final nos quedamos con ella y no llegamos a Cristo, tampoco hemos descubierto a María. Nos hemos quedado en un sentimentalismo religioso, pero no hemos alcanzado la verdadera Fe. Tengamos en cuenta que Ella no es una finalidad en sí misma, si no un instrumento para llegar a su Hijo. Es Dolorosa porque está al pie de la Cruz. Y nosotros también lo somos.

Llegados a este punto de la entrevista, me gustaría que habláramos de su trabajo diario. ¿Cuál es su día a día?

_De lo más normal. Martes y jueves por las mañanas estoy en el centro penitenciario de Picassent desempeñando tareas de acompañamiento, seguimiento, orientación, consuelo y ánimo a las familias, que son a veces las gran olvidadas. El resto de la semana, por las mañanas, me podrás encontrar en la Unidad de Dependiente Endavant en Gandia (Nazaret). Allí trabajo con la gente que sabe que va a entrar en breve en prisión, con los que están cumpliendo el 3er Grado Penitenciario y las medidas Alternativas.

Entiendo que la parte espiritual y la humana, en estos casos, es indivisible.

_Sí. Es cierto que la parte espiritual y la humana van muy unidas. Yo veo a Jesús en estas personas excluidas de la sociedad. Ayudo desde el momento en el que a una persona le llega la comunicación para presentarse en el juzgado para recibir el mandato de ingreso. A partir de ahí arranca toda la angustia: de dónde voy, qué me voy a encontrar, qué va a pasar, tanto de él como de la familia. Les facilito toda la información básica de lo que es un ingreso en la prisión. Y en mi día a día, en esa vertiente espiritual, a la vez que muy humana, quedan reflejadas todas las mediaciones que dice Jesús en el Evangelio: tuve sed, tuve hambre, estuve desnudo, fui forastero, estuve en la cárcel, estuve enfermo… y me atendisteis. Cuando se lo hicisteis a uno de estos humildes, a mí me lo hicisteis. Pues eso es lo que hacemos, ayudar al prójimo.

Mi trabajo es agotador porque me llevo a casa todos los problemas. Soy como una esponja. A veces me siento impotente, pero con la conciencia tranquila de haberlo dado todo por ellos. Es muy gratificante. Llego a casa muy cansado, pero en paz.

¿Qué consuelo reciben a cambio?

_Pues principalmente, confianza. Encuentran apoyo a cambio de nada. Para mí es esa experiencia de gratuidad de la que nos habla Benedicto XVI.

¿Qué significa ayudar a los demás?

_Es el elemento esencial de mi Fe.

¿Y qué me dice de lo que es el arrepentimiento?

_Es la actitud previa a la consecución del perdón. Sin arrepentimiento no hay perdón. El perdón, en cambio, es la esencia del misterio de la Cruz. Uno se siente profundamente amado y perdonado por Dios. Cuando esto ocurre, uno aprende a perdonar y a hacer con los demás lo que Dios ha hecho con él. El perdón es una consecuencia del amor.

Ayudar al prójimo, sin condiciones, a pesar de los delitos cometidos es su trabajo. Pero imagino que como persona en cierto modo le afectarán los casos.

_Es evidente. Los casos que humanamente más repugnancia producen son aquellos relacionados con los delitos de menores. Con abusos. Cuando te enteras del tipo de delito que ha hecho la persona que tienes enfrente no puedes evitar que se genere una determinada situación de rechazo. Eso no quiere decir que no se le dispense la misma atención y predisposición, pero dentro de uno hay delitos que producen especial rechazo.

El Papa Francisco ya nos ha enviado los mensajes concretos sobre cómo actuar ante este tipo de conductas. Y lo ha hecho refiriéndose a los casos íntimamente ligados con la iglesia. Personalmente toda la situación de pedofilia en la iglesia me desborda. Ante estos casos hay que ser inflexibles. Hay que hacer lo que dice el Papa, apartarlos del ministerio y denunciarlos ante la justicia. Nada de encubrimientos. La iglesia tiene que ser casa segura para los niños, lo dice el Papa Francisco. Lo condeno dentro y fuera de iglesia. Es más, lo considero todavía más grave y detestable que lo haga un cura, que se supone que tiene una vocación y consagración, que otro tipo de personas.

¿Imagino que como en todo en la vida, es mejor prevenir que curar?

_Una de las cosas que me preocupan es la prevención de la delincuencia. Hay que detectar a los jóvenes que están casi en la marginalidad y acercarse a ellos. Detrás de un joven ingresado en la cárcel hay episodios traumáticos de su infancia, desestructuración familiar… Hay que ofrecer la posibilidad de integrarse en una sociedad normalizada. Esta es la base y sabemos que es una tarea muy complicada. Más vale prevenir que curar, pero cuando no llegamos a la prevención nos queda la medicina.

Las tres patas para lograr el éxito en nuestro trabajo diario son: la prevención, el acompañamiento en la prisión y la reinserción cuando salen en el tercer grado. Cuando salen de la prisión la sociedad los rechaza y vuelven a la marginalidad y a delinquir. Hay que transmitir que se puede cambiar y subsanar las carencias que tenían en el momento de cometer el delito.

Para finalizar, me gustaría que enviara un mensaje de ánimo y esperanza a nuestros cofrades.

_Pues les diría que Endavant, refiriéndome a que sean más conscientes y coherentes con el compromiso que adquirieron cuando recibieron el pañuelo de la Hermandad.