La familia. Comunidad de misericordia

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Texto: Javier Estornell y Hugo Hernández

 

El curso de formación del cofrade que organiza cada año la JMHHSS de Gandia tuvo por título “la  familia, comunidad de misericordia” y
fue impartido por el profesor Ilmo. D. Vicente Fontestad Pastor. A continuación se presenta un resumen de cada una de las partes del curso de este año.

 

1. Dificultades por las que atraviesan las familias según la Sagrada Escritura

Se analizaron con detalle los problemas de tres familias del Antiguo Testamento: la de Job, Tobías y Ana y la historia de José y sus hermanos. Respecto al primer caso Job era persona honrada, rica y sabia. A instancias de Satanás y para probar que la fidelidad de Job ante Dios era fruto de lo afortunado que era le ocurren todo tipo de desgracias.  Satanás representa la envidia, el pesimismo, no concibe un amor desinteresado y no cree al hombre capaz de amar a Dios sobre todas las cosas. Insinúa la duda y la sospecha estropeando las relaciones. Frente a esta postura Dios ama a Job y confía en él. Cree en el hombre que es capaz de amar y entregarse completamente. ¿Somos capaces de amarnos desinteresadamente y gratuitamente? ¿El matrimonio es fruto del amor o del egoísmo y comodidad? Cuándo a Job le ocurren todas las desgracias espera que su mujer le ayude a superar los problemas que va teniendo. Sin embargo su mujer no apoya a su marido, no acepta la prueba instando a Job a que se revele contra Dios. Cree que está maldecido por Dios lo que al final deteriora la relación entre los esposos. Job cree en Dios y su mujer en los criterios del mundo más que en Dios. Tiene decepción y desconfianza. No comprende a su marido debido a un mal juicio sobre Dios al que es capaz de juzgar y humanizar. Es un error acusarnos y juzgar a Dios que puede llevarnos al bloqueo. Cree que Dios ha abandonado a Job cuando es una prueba. Nuestras incomprensiones son debidas a veces a que no entendemos a Dios.

En el segundo caso se presenta la historia de Tobías y Ana un matrimonio en el que el marido se quedó ciego. Tobías era una persona justa y buena. Desde ese momento es la mujer la que lleva las riendas de la familia. Un día le regalaron un cabrito y Tobías desconfía de su mujer creyendo que fue robado. Tobías cree que su mujer no está a su misma altura y cree que es capaz de una acción deshonesta. Aparece la desconfianza. Ana está decepcionada al ver que su marido no le apoya y no reconoce lo que hace por él. Puede ocurrir en nuestros hogares que agradecemos poco lo que hacen los miembros de nuestras familias. Es importante que se demuestren en la familia los vínculos de afecto y entrega. Ocurre lo mismo con Dios fijándonos solo en lo que no conseguimos. Debemos pedir a Dios ser agradecidos en todo lo que tenemos.    

La tercera historia es la de José y sus hermanos. Él era el menor de los hermanos y el favorito de su padre. José tenía sueños en los que él aparecía como superior al resto de los mismos. Sin embargo habría que entender esta superioridad o favoritismo como servicio a los demás, como puerta de la salvación y no como una injuria a los demás. En este sentido se hizo una comparación entre José y Jesús.  La desigualdad que crea el padre genera recelos y destruye la familia. Por otro lado la ingenuidad de José alimenta la envidia al contar los sueños. Se echa en falta el papel de la madre que hubiese podido abrir los ojos al padre y calmar tensiones. Todo ello conlleva a una situación límite en la que los hermanos tratan de matar a su hermano. Al final es vendido como esclavo y llega a Egipto. Los hermanos mienten a su padre diciéndole que fue devorado por una bestia y son prisioneros de esta mentira generando desconfianza entre ellos ante la posibilidad que alguien cuente la verdad.  La providencia de Dios permite que José se convierta en gobernador de todo Egipto y que de él llegue la salvación tanto para Egipto como para el resto de la familia al interpretar el sueño del faraón. La enseñanza de esta historia es que todo tiene solución al final, Dios actúa mediante la providencia y que la reconciliación y perdón es posible.

Ante estas historias se desprende que las dificultades alcanzan hasta a gente muy buena intentando superarlas desde la humildad y oración. En las pruebas estamos llamados a dar lo mejor de nosotros, superando las dificultades juntos, evitando echarse culpas e intentando ser constructivos. En estas situaciones se puede pensar en el Jesús sufriente y de María ejemplo de estar ante la cruz y de las dificultades por las que pasaron la Sagrada Familia. A veces no entendemos el dolor. Lo empezamos a comprender cuando lo consideramos como un misterio.

 

2. Matrimonio y perdón

En primer lugar se habló de que la primera responsabilidad del matrimonio es salvaguardar la alianza para lo que es necesario tener la capacidad de perdonar. El perdón en el matrimonio restablece la unión/comunión. Se habló de la importancia de preparar a los jóvenes en el perdón y para afrontar las situaciones difíciles. Se trata de integrar el perdón en la vida diaria cuando la realidad dice que esta palabra va desapareciendo. La relación entre el hombre y mujer no debe ser utilitarista sino hay que querer al otro por sí mismo. Cualquier amor supone el descubrimiento de la otra persona. Se habla entonces de que el hombre es para la comunión. Se revisó el Magisterio de la Iglesia en relación al matrimonio. Del Concilio de Trento se derivan tres ideas esenciales del matrimonio: a) perfecciona el amor natural; b) confirma la unión y la indisolubilidad, los esposos se aman como Dios ama al hombre; c) el matrimonio santifica a los esposos, es un camino de santidad. De la carta encíclica  Casti Connubii del Papa Pío XI sobre el matrimonio cristiano se afirma que el matrimonio es imagen viva de Jesucristo con la Iglesia. La entrega de los esposos debería ser la misma que la de Jesús con la Iglesia.

Ante una ofensa hay que separar el ofensor del ofendido. El ofensor puede tener remordimiento que es la angustia de la conciencia. Es un sufrimiento, un don de Dios lo que hace dar un paso hacia el perdón. Otro sentimiento es la culpabilidad que introduce al ofensor en el camino de la reparación. En ocasiones el ofensor no es consciente de la ofensa siendo difícil medir la ofensa objetivamente. Para los cristianos la ofensa al otro es el pecado que se ha cometido a la otra persona y a Dios. Las ofensas afectan a los demás y así se puede hablar de una dimensión social del pecado. En cuanto al ofendido se ha violentado un derecho.  En un primer momento no se es capaz de reaccionar y en un segundo momento se introduce una alternativa moral: venganza o perdón. Hay que diferenciar entre la ofensa y ofensor evitando que el rencor se asienta en la voluntad haciendo que seamos incapaces de perdonar. El perdón es un don, altruista, es un acto de amor, desinteresado, gratuito, no espera la gratuidad del perdonado, restablece al otro en la dignidad y el pacto de amor sellado en el matrimonio, tiene valor de sacrificio, sana la relación, es un acto de fortaleza y templanza en busca del bien, acto inteligente y exigencia de la vocación a la santidad. La prudencia es importante en ocasiones para perdonar (silencios que adoptamos, gestos, palabras, buscar el momento).  Tenemos que desarrollar el hábito de perdonar; vivir reconciliados como Jesús lo hizo a través de su acción redentora en la cruz. En ella se manifiesta el máximo perdón a los hombres.

Las consecuencias de no perdonar en el matrimonio son la separación y el divorcio. En la primera se deja la puerta abierta a una eventual reconciliación y perdón; en el segundo caso hay una ruptura definitiva aunque la Iglesia no reconozca la disolución del vínculo. Dos son las características que ha de reunir un matrimonio para ser indisoluble: por un lado, el carácter sacramental (matrimonio rato), y por otro, la consumación. Así las cosas, en el momento en el que uno de estos requisitos falta, el matrimonio es susceptible de ser disuelto. Se habló de excepciones como del privilegio paulino. Puede aplicarse cuando una de las partes se bautiza mientras que la otra no está dispuesta a aceptar pacíficamente la situación; la parte bautizada puede entonces contraer nuevo matrimonio. El privilegio petrino se refiere a matrimonios polígamos entre no bautizados en los que la parte implicada se bautiza y debe escoger a uno sólo de sus cónyuges. En el código de derecho canónico artículos 1141-1151 se habla de las causas de separación de un matrimonio. También se habló de la nulidad matrimonial y de la Carta Apostólica en forma de “Motu Proprio” Mitis Iudex Dominus Iesus, sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad matrimonial en el Código de Derecho Canónico (15 de agosto de 2015) buscando una mayor celeridad de los procesos requiriendo sólo una primera sentencia y no siendo necesaria una ratificación en una segunda instancia.

Finalmente se abordó la importancia de la misa en el matrimonio: en la escucha de la palabra de Dios, en el perdón, en la paz, en el ofertorio. La eucaristía potencia el matrimonio y es modelo del amor conyugal. Se conmemora la entrega de Jesús a la humanidad.  La entrega de Cristo es segura, la nuestra depende de la libertad. En la misa se revela y alimenta la identidad del matrimonio en su dimensión oblativa (entrega del uno al otro).

 

3. El rostro de la Misericordia del Padre

El pasado 8 de diciembre empezó en la Iglesia el Jubileo Extraordinario de la Misericordia convocado por el Papa Francisco (www.iubilaeummisericordiae.va). Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. La misericordia va unida a la alegría, paz y serenidad. El Papa nos invita a hacer presente y orar a partir del salmo 136 diciendo ante todas las cosas que nos suceden en la vida “porque es eterna tu misericordia”. En el Nuevo Testamento brilla la misericordia de Jesucristo cuando se habla de la oveja perdida, del dracma perdido o de la parábola del hijo pródigo (Lc 15). Jesucristo sintió lástima y se compadece en muchos relatos del Nuevo Testamento (Jn 11, 1-45,   Mc 6, 34-44, Mt 7, 26).  La misericordia no es sólo de Jesús sino de los apóstoles. El perdón es un reflejo de la misericordia. Hay que anunciar la alegría del perdón. Donde haya cristianos debe haber misericordia y debemos ser instrumentos del perdón (Lc 6, 36-38). Este año es un periodo especial para realizar obras de misericordia espirituales y materiales.