Los 7 Dolores de María 2014

Texto: Fernando Chorro Guardiola

 

Al reflexionar sobre los sufrimientos que padeciste en el seguimiento fiel a Jesús, no podemos dejar de pensar en el dolor que sigues teniendo hoy. De un modo especial te entristece el pecado de aquellos que sí hemos recibido el mensaje de tu Hijo en la cruz, que también nos dirige hoy a cada uno de nosotros: “Ahí tienes a tu Madre.”

Queremos pedir perdón a nuestra Madre por las veces que la seguimos haciendo Dolorosa:

_Dolorosa cuando, con nuestra conducta, desoímos al Señor.

_Dolorosa cuando, con nuestro antitestimonio, hacemos que otros se alejen de Dios.

_Dolorosa cuando llevamos una pobre vida de oración y de sacramentos.

_Dolorosa cuando somos los causantes de las cruces que soportan otros.

_Dolorosa cuando nos creamos una religiosidad a nuestra medida.

_Dolorosa cuando no hacemos de las Hermandades un medio de santificación y de servicio a la Iglesia.

_Dolorosa cuando no ayudamos a nuestros hermanos necesitados. Madre Nuestra, ayúdanos a ser buenos hijos tuyos y haz que, viviendo una auténtica vida de fe, te veneremos por haber sido Dolorosa, pero que no sigamos contribuyendo a tu dolor.

 

1. DOLOR. LA PROFECÍA DE SIMEÓN. (Lc 2, 25-35)

En la Presentación de Jesús en el Templo, María escucho las palabras de Simeón, “Este Niño está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten, será un signo de contradicción…y a Ti una espada te atravesará el Alma”. La inmensa caridad de María por la humanidad hace que se cumpla, también en Ella, la afirmación de Cristo: “Na – die tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos”.

Por eso la Iglesia la reconoce como Corredentora con su Hijo que es el Redentor. Por este dolor concédenos, Madre, la gracia de poder colaborar con la Redención de Cristo, completando en nosotros lo que resta a la Pasión del Señor, en beneficio de toda la humanidad.

 

2. DOLOR. LA HUÍDA A EGIPTO. (Mt 2, 13-15)

“Levántate, toma al Niño y a su madre, y huye a Egipto…, porque Herodes va a buscar al Niño para acabar con Él”. La Sagrada Familia inicia su existencia con el exilio, tiene que emigrar a Egipto y “María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”.

Es el camino y el misterio de la Fe, mantener un diálogo con el Señor de todo lo que nos pasa, para pensarlos, valorarlos, verlos con ojos de Fe y descubrir la Voluntad de Dios.

 

3. DOLOR. EL NIÑO PERDIDO EN EL TEMPLO. (Lc 2, 41-50)

Jesús se queda en el Templo, sus padres lo buscan angustiados y cuando lo encuentran, su Madre le dice “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira cómo tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando. Y él les dijo ¿no sabías que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?

La Madre de Dios buscando encontró a Jesús y experimentó la mayor alegría al encontrarle. Buscar al Señor en lo concreto y cotidiano, estar dispuestos a rectificar con humildad, los caminos equivocados y dejarnos interpelar por la llamada de Cristo a la Conversión. Ella nos ayudará a desandar lo andado, a rectificar lo que hemos errado.

 

4. DOLOR. MARÍA SE ENCUENTRA CON JESÚS CAMINO AL CALVARIO. (IV ESTACIÓN DEL VIA CRUCIS)

Apenas se ha levantado Jesús de su primera caída, cuan – do encuentra a su Madre, junto al camino por donde Él pasa. Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo. (S. Josemaría)

En la oscura soledad de la Pasión, la Virgen María ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad; un sí a la voluntad divina. Que podamos sentir, cómo María, sale a nuestro encuentro cuando la cruz es demasiado pesada.

 

5. DOLOR. JESÚS MUERE EN LA CRUZ. (Jn 19, 17-30)

“Junto a la Cruz de Jesús, estaban su Madre y la hermana de su Madre, María de Cleofás y María Magdalena. Viendo Jesús a su madre y junto a ella al discípulo a quien tanto quería, dijo a su Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” Luego dijo al discípulo “Ahí tienes a tu Madre”. Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a su casa”. Jesús gritó “Dios mío Dios mío, ¿por qué me has desamparado? “Todo se ha cumplido, e inclinando la cabeza, entregó su espíritu”.

La Cruz de Cristo es el precio de nuestra Redención, donde se manifiesta el Amor del Padre por toda la humanidad. Se convierte en “Fuerza y Sabiduría de Dios, para el creyente”.

 

6. DOLOR. MARÍA RECIBE EL CUERPO DE JESÚS. (Mc 15, 42-46)

María recibe en sus brazos el cuerpo sin vida de su Hijo, Aquel que tenía en sus brazos en Belén como niño, ahora lo recibe hecho un giñapo “sin hermosura, como varón de dolores, ante el cual se vuelve el rostro”. El Dolor de María es dolor de Madre y de creyente “Vino a su casa y los suyos no lo recibieron”. María experimenta como el Amor no es amado.

En el cuerpo sin vida del Señor, están tantos cuerpos muertos y sufrientes en la humanidad, por el pecado, la injusticia… Y María como Madre nos recoge y nos cuida, por qué sabe que van a Resucitar.

 

7. DOLOR. JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO. (Jn 19, 38-42)

El cuerpo del Señor es depositado en un sepulcro nuevo, envuelto en una sabana y cubierto con un sudario.

Todo ha terminado. ¿Qué queda? Oscuridad, dolor, indignación, lágrimas, rabia, silencio y mucho miedo. María reúne a los discípulos. Ella es el Alma del grupo, la que mantiene la esperanza. Cuando “Dios ha muerto” María queda en guardia, es la Señora del Sábado.

El Señor no nos deja huérfanos, nos deja a su Madre, que nos guarda y protege hasta el domingo, cuando se oye el Aleluya “Ha resucitado”. Cristo ha vencido a la muerte, su muerte y nuestra muerte.

María ama, calla y perdona. Esa es la fuerza del amor.