María modelo de caridad

conferencia

 

Texto: José Vañó Asensio “Xesco” (Pbro.) Vicario de la parroquia San José de Ontinyent

 

1. SENTIDO DE LA REFLEXIÓN

A diario se habla mucho de la caridad y puede que desconozcamos la realidad e implicación que comporta esta palabra. Es por esto que he querido poner como tema de esta reflexión “María modelo de caridad”. El Papa Francisco nos ha hablado en innumerables ocasiones acerca de la caridad. Sin ir más lejos, la campaña del Domund nos ponía por lema “Fe + Misión = Caridad “, por eso, para entrar en materia deberíamos hacernos esta pregunta ¿qué es la caridad?

2. ¿QUÉ ES LA CARIDAD?

La caridad es una de las virtudes teologales, junto con la esperanza y la fe.

La Iglesia católica considera que la caridad es aquella virtud teologal por la cual “amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios” (Catecismo de la Iglesia católica). “La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión” (Catecismo de la Iglesia católica).

3. EL PAPA FRANCISC0 NOS EXPLICA CÓMO DEBE SER LA CARIDAD CRISTIANA El Papa Francisco, en su visita al Centro Astalli (el Servicio Jesuita de refugiados de Roma), recordó a las instituciones que la limosna “no basta” y recordó la necesidad de acoger a estas personas e integrarlas en la sociedad.

“La simple acogida no basta. No basta dar un sandwich si no se acompaña de la oportunidad de aprender a caminar sobre sus propios pies. La caridad que deja a los pobres tal y como están no es suficiente. La misericordia verdadera, aquella que Dios nos da y nos enseña, pide justicia, pide que el pobre encuentre su camino para dejar de serlo”.

Desde esta perspectiva podemos contemplar a María como modelo de caridad.

4.-DETALLES DE LA CARIDAD DE MARÍA EN LA VISITACIÓN A SU PRIMA ISABEL (Lc 1, 39-56)

a). María se pone en camino, ¡qué incomodidad! Ponerse en camino implica desinstalarse, salir de uno mismo, exponerse a las sorpresas del camino y a la inclemencia del clima, a perder mucho tiempo. La caridad siempre me exige un salir de mí mismo y de mi comodidad para ir al otro, que me necesita, que me interpela, que me espera. Ahí vemos a María, feliz, radiante, yendo a Ain Karem para servir a su prima Isabel que está embarazada de Juan Bautista.

b). María se fue de prisa a la montaña, ¡qué urgencia! La caridad no puede esperar. Ir de prisa significa que no tenemos que contemplar nuestros quehaceres–por muy importantes que sean– pues nos atarían a la pata de nuestra mesa egoísta. Y, ¿quién te desata? A la caridad tienen que salirle las alas del alma para ir de prisa a socorrer al otro, al prójimo que está más necesitado que tú. La caridad no puede ser perezosa.

c). María entró en casa de Zacarías, ¡qué intimidad! La casa del otro está de ordinario cerrada a los demás por miedo a los ladrones, a los fisgones, a los intrusos. Nadie abre la propia puerta de su casa a cualquiera. Un mínimo de intimidad se requiere. La caridad crea lazos de intimidad con el otro. Y aquí María creó lazos con su prima, porque entre ellas estaba la gran noticia que incumbía a las dos: el nacimiento del Salvador, que exigía la presencia del precursor, Juan.

d). María saludó a su prima Isabel, ¡qué delicadeza! Detrás del saludo se esconde ese deseo de salud física y espiritual. El saludo implica unión de corazones. El saludo verdadero es portador de gozo y energía al otro. El saludo despierta en el otro un deseo de entrar en esa misma corriente de expansión y amor. El saludo a su prima –seguramente lleno de amor cálido- es ya transmisión de la gracia, y con su sola presencia es instrumento de santificación para el hogar de Zacarías.

e). María exclamó, “Mi alma glorifica al Señor”. ¡Qué humildad! La reacción de María ante las maravillas obradas por Dios en su vida es un cántico de alabanza y gratitud. María no viene a creerse más importante que Isabel, pues la caridad no puede pavonearse ni ser vanidosa.

f). Y María se quedó con Isabel unos tres meses, ¡qué abnegación! ¿Haciendo qué? Cocinando, yendo de compras, charlando de corazón a corazón, sudando y cansándose. Pero ella estaba feliz, pues la caridad que cuesta provoca felicidad interior, nos desprende de esa costra de egoísmo que tanta paz nos roba y desfigura la belleza de nuestra alma.

5.-CONCLUSIÓN

Termino con unas palabras del Papa Francisco pronunciadas el pasado 23 de octubre, en la audiencia de los miércoles, en la Plaza de San Pedro: “¿De qué modo María es para la Iglesia ejemplo viviente de amor? Pensemos en su disponibilidad frente a su pariente Isabel. Visitándola, la Virgen María no le llevó ninguna ayuda material, pero le ha llevado a Jesús, que ya vivía en su seno. Llevar a Jesús a esa casa quería decir llevar la alegría, la alegría plena… …¿Y nosotros?¿Cuál es el amor que llevamos a los demás ¿El amor de Jesús que perdona y acompaña, o bien un amor que sigue las simpatías y busca el intercambio? ¿Cómo son las relaciones en nuestras parroquias, en nuestras comunidades? ¿Nos tratamos como hermanos y hermanas? ¿O juzgamos, hablamos mal unos de otros, nos encargamos solo de nuestra “parcela”?… … Pidamos al Señor que nos dé su gracia, su fuerza, para que en nuestra vida y en la vida de toda comunidad eclesial se refleje el modelo de María, Madre de la Iglesia”.