Hemos creído en el amor

Báculo

> Texto: María del Cerro

Es así como comienza el Papa Francisco el primer capítulo de su encíclica Lumen Fidei, y es de este modo como nos recomienda observar el mundo: a través del Amor.

Mediante el Espíritu Santo, los cristianos recibimos el Don de Dios y con éste, la capacidad de mirar hacia Jesús, pero además, de mirar como lo haría Jesús: con sus ojos, con sus sentimientos, con su condición filial. Este Don nos transforma y hace que nuestros ojos, convertidos en los de Cristo, sean capaces de conocer la Verdad de la que está sedienta el mundo y que es inseparable del Amor que Dios nos ha dado.

Como San Gregorio Magno afirmó, el Amor es un conocimiento en sí mismo, pues lejos de las concepciones modernas, necesita de la verdad para permanecer en el tiempo, así como la verdad necesita del amor para volverse cálida y humana. La fe en Cristo nos salva, porque en Cristo la vida se abre a un amor que nos precede, obra en nosotros y con nosotros. La fe en el amor de Dios nos transforma y capacita para apreciar la realidad última de todo lo que nos rodea.

Parece reinar en la sociedad una conciencia colectiva que opina que la fe limita el progreso, pues lanza en vacío al hombre y le somete a un abismo lleno de subjetividades y misterios que impiden el avance personal.

El Sumo Pontífice mediante sus palabras, nos invita a renovar nuestra fe y redescubrir el carácter luminoso de la misma.

La fe en Cristo ilumina la historia del hombre, pues nace en el pasado con Jesús pero permanece en el tiempo con la esperanza de la resurrección. Aparta las tinieblas de nuestras vidas y amplía nuestros horizontes, porque la luz de la fe viene de Dios y vuelve a Dios. La fe no es algo privado, no es una opinión subjetiva ni una concepción individualista; nace de la escucha y está destinada a ser anunciada. Dota a la familia del amor de Dios que facilita la entrega y la educación cristiana. Aporta a la sociedad el discernimiento entre el bien y el mal, así como la conciencia de obrar de manera adecuada: de la manera en la que obraría Jesús.

Además, nos permite avanzar hacia el bien común, pues a través de la fe, somos capaces de captar el fundamento de las relaciones personales y ponerlo al servicio de la humanidad.

Con todo esto, ¿podemos seguir opinando que la fe nos limita e incapacita para sobrevivir en la época moderna? Nosotros los jóvenes, que innatamente aspiramos a lograr una vida grande y plena, debemos acogernos al encuentro con Cristo que nos llena de esperanza y que no nos defrauda. La fe en Dios tiene que proporcionarnos esa luz que no encontramos en otros fanatismos y modas y además, contagiar a los que nos rodean de este Amor que sustenta la llama de nuestra fe y la hace única.