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> Texto: Fernando Chorro

María se encuentra con su Hijo, cuando éste se dirige con la cruz al Calvario. La Virgen Santísima tiene el mayor dolor al ver a su Hijo destrozado físicamente y pensar en el final que le aguarda. La Madre Dolorosa tiene, con toda su angustia, el consuelo de saber que todo lo que sufre Jesús, con la cruz a cuestas, lo hace por amor a los demás, como lo demuestra, en el Vía Crucis, con su mirada, con sus gestos y con sus palabras.
El dolor de María sigue existiendo hoy al contemplar en nuestro mundo:
– Los que soportan en su vida una gran cruz, pero siguen luchando para hacer felices a los demás.

– Los que llevan en algunos momentos una pequeña cruz, pero la magnifican y sólo viven pendientes de ellos mismos

– Los que contemplan, con indiferencia, la cruz que llevan los demás.

– Los que son los causantes de la cruz que soportan otros.

– Los que critican a aquellos que, con auténticos valores caritativos, se esfuerzan en ser cirineos en nuestro mundo.
¡Oh, María!, Madre Dolorosa, haz que como tú sepamos llevar con esperanza nuestros sufrimientos, nos esforcemos por sembrar paz y alegría, estemos cerca de los necesitados y, con nosotros, encuentren consuelo los tristes.