Charla sin tapujos entre Consiliario y Hermano Mayor

 

Dos buenos amigos se reúnen por última vez. Dos amigos con un proyecto en común. Dos osados que publicaron un libro que justificaba la creación de un nuevo acto para la noche del Jueves Santo. En definitiva, eso, dos amigos para los que no existe esa frontera entre Consiliario y Hermano Mayor. Sacerdote y seglar. Dos amigos que se hablan de tú y sin ningún tipo de tabú.

(JOAN ESTORNELL) —Aquí estamos otra vez y me temo que por última vez, así que no podemos desperdiciar la oportunidad. Abramos la carpeta de temas y vayamos sorteándolos sobre la marcha.  Este último año ha sido un año bastante completo. Un ejercicio lleno de actividades y eventos. Y es que no hemos aprendido nada. Dijimos que menos es más y que cuanto menos mejor, pero nada otra vez a tropezar con la misma piedra.

(JOSÉ CASCANT) —No creo que sea cuestión de tozudez. La verdad es que solo hace falta hacer una cosa, un cambio de los hermanos de la Hermandad a ser mejores cristianos. Eso es lo propio de todo creyente, es lo propio de toda institución en la Iglesia. Uno está en la Hermandad, la nuestra de la Dolorosa u otra de entre las miles que hay en la en todo el mundo para hacernos santos. Si ese no es el objetivo la Hermandad está de sobra, si alguno en la Hermandad da muestras de que no quiere ser mejor, es él quien está de sobra. Si el sacerdote no está para orientar y hablar de Dios para ayudar a ser santos, el sacerdote está de sobra. Muchos esfuerzos para nada que nos conduzca hasta Dios a través de la Virgen está de sobra. Tenemos que empeñarnos en mejorar, en querernos más, en ayudarnos más a ser mejores personas.

(JOAN ESTORNELL) –¿Y porqué insistimos tanto en querer hacer más y más a pesar de la poca respuesta? Estoy seguro que más de uno es de la opinión de que lo hacemos porque queremos. Por nuestra satisfacción personal. Que eso no va con ellos.

(JOSÉ CASCANT) —Es probable que sí, también me lo parece muchas veces. Si en lugar de ser Iglesia, fuésemos un club civil, el que juega a favor del club, permanecía; el que juega a no hacer nada y se limita a ponerse la vesta, hábito o camiseta lo echarían a la calle. En la Iglesia tenemos paciencia. Cuando se comienza a hacer daño a los demás y tenemos constancia de ello, se procede a la expulsión. No estamos haciendo cosas porque sí, estamos haciendo cosas porque tenemos devoción a la Virgen Dolorosa. Si no es así, ¿qué hacemos en la Hermandad?

(JOAN ESTORNELL) –– D. José, ha llegado el momento del relevo. El tiempo para el sorpasso. Ha sido un mandato muy largo que coincidió con su llegada como consiliario. En líneas generales, ¿qué balance hace de todo este tiempo?

(JOSÉ CASCANT) — Lo he dicho muchas veces: estoy muy contento, me habéis recibido bien. Como sacerdote, me habéis exigido que lo sea para vosotros y me ha llenado de alegría. Además, me habéis puesto en el corazón un valor añadido que no tenía antes: querer a la gente de Gandia, gustarme estar en Gandia y ser feliz.

He observado todos los trabajos materiales, intelectuales, morales y religiosos. Se han hecho muchas cosas buenas y testimoniales. Se ha predicado la fe con la seriedad en las procesiones y eucaristías, y habéis dado la talla de un trabajo bien hecho, revista, conciertos, ayuda a las instituciones en favor de los más necesitados. Si se pudiera sumar todo de modo material, no cabría en DOLOROSA MUSEO. No hay que cantar victoria, solo saber que Dios estará contento de vuestros esfuerzos.

(JOAN ESTORNELL) —En la carta que he remitido a los cofrades hablo de que una de mis espinas clavadas, de lo que no me siento orgulloso, es de no haber sabido qué más hacer para salvar el Encuentro con el Nazareno. Ahora ya desde la distancia, por el paso del tiempo, cómo vivió todo aquello sin ánimos de desenterrar el hacha de guerra. ¡Dios me libre!

(JOSÉ CASCANT) —Yo aseguro que lo pasé mal, pero nada estaba en mis manos, dije lo que tenía que decir y me silencié. Recé mucho para que no resultara una catástrofe espiritual. Y pensé: renovarse o morir. Cuando una cosa ha llegado al límite de sus posibilidades por la razón que sea, hemos de recuperar la paz e ir a otra cosa buena o mejor, si cabe. Y punto, porque las polémicas no producen mejor bien. 

(JOAN ESTORNELL) —Pasemos página y centrémonos en ese nuevo acto para la noche del Jueves Santo. Hay que ser atrevidos, crear algo nuevo junto a nuestros amigos del Yacente. Bautizarlo, aunque esto no resultó complicado, y sobretodo tener la osadía de escribir un libro. Seremos atrevidos…

(JOSÉ CASCANT) —No, yo no creo que hemos sido atrevidos, hemos intentado ir al paso de la Providencia. Se ha pensado, se ha orado, se ha escrito un libro para meditarlo y dar la doctrina de lo que queremos mostrar, hemos intentado que no sea un asunto folclórico, sino religioso, meditativo y ayudar a orar en cualquier circunstancia y lugar.

(JOAN ESTORNELL) –Resulta de perogrullo decir que al acto le falta madurez, consolidación, pero creo que va por muy buen camino. No hay más que ver cómo está la plaza esa noche. Vamos, está enfilado.

(JOSÉ CASCANT) —Hay que madurarlo, revisarlo, ayudar a la gente a vivir la Semana Santa y que pasen de la calle a la iglesia, que el importante es Cristo, eso nos enseña María. Nosotros decimos que María está mirando a Jesús y que Jesús  mira a su Madre. María es nuestro ejemplo y nos enseña a mirar a Jesús y Jesús nos mira a nosotros. Fíjate si el asunto es bonito, pero no solo bonito, es de un nivel espiritual grande. El Stabat Mater, los diversos cantos de una y otra parte han de ayudarnos a ser mejores y saber ver a Jesús. Me atrevo a decir: la canción de los legionarios, el novio de la muerte no es propiamente un canto religioso, pero con la seriedad que se hace y el sentimiento que provoca hace que las almas de muchos se nos vayan detrás de Jesús, el auténtico novio de la Muerte y de la Resurrección.

(JOAN ESTORNELL) —Un acto con un aliciente especial y que forma parte del producto final. La presencia de los legionarios. ¿Dolorosa, Yacente y los legionarios?

(JOSÉ CASCANT) —Ya te lo he apuntado, pero no hay nada despreciable, sino todo lo contrario. El paso marcial, el silencio que reclama su modo de actuar, los aplausos que suscita cuando elevan con una mano a Jesús es totalmente válido. Pongámonos en los ojos de la Virgen Dolorosa: estoy seguro que está muy contenta de los legionarios, de los Hermanos de ambas Hermandades, de los que están presenciando el acto. Son un montón de sentimientos que cuando uno se encuentra solo podría preguntarse: Madre, ¿estás contenta con lo que te hemos hecho a tu Hijo y a ti? De mi corazón sale un padrenuestro de acción de gracias y un avemaría de saludo a mi Madre celestial. ¿No podemos hacer todos lo mismo u otra cosa buena? 

(JOAN ESTORNELL) —¿Qué piensa de las dobles varas de medir?

(JOSÉ CASCANT) —A ver, explícame qué quieres decir, ¿quién mide con doble vara? ¿Qué mide?

(JOAN ESTORNELL) —Lo digo porque hará un año aproximadamente iniciamos el proyecto de coronación de la Virgen Dolorosa y se nos invitó a no continuar por falta de aclamación popular. Acaso, ¿no llamamos a la puerta correcta? Aunque seguimos a pies juntillas las directrices del arzobispado, todo sea dicho de paso.

(JOSÉ CASCANT) —Eso no forma parte del dogma católico, son honores, gratificaciones, no quisiera entrar en polémica. Tenemos un título civil de ilustre y otro de real. Tengo en la manga de mi mano la solución para este asunto, pero no lo voy a decir ni siquiera en sueños.

(JOAN ESTORNELL) —A mí estas cosas me disgustan. Hubiese preferido otra excusa como por ejemplo que ya existía una petición anterior, como parece ser que había. Una Virgen Dolorosa con capilla propia en la Colegiata, con una gran tradición y veneración desde hace siglos que llegó a tener una ermita propia a la entrada de Gandia. Esto pareció no ser suficiente. Pero qué le vamos a hacer.

(JOSÉ CASCANT) —Las preferencias que queremos igual no son las que otros quieren. Pienso que tenemos que tener paciencia y no cargarnos a nadie porque no hagan o posibiliten lo que queremos. Quizá no es conveniente, quizá no es necesario, quizá sería algo que después no nos ayuda mucho más. Quiero excusar todo lo que no nos conceden, porque si nos concedieran de todo, pediríamos la Torre Eiffel. Hay que tener paciencia. Pero no hay que encarpetar. Quizá dentro de cinco años…, qué sé yo cuándo, cómo y por qué… Cambiemos de tema.

(JOAN ESTORNELL) –Cambiemos de tema, D. José, pero ha sido muy diplomático. Parece que el fuego ya ha bajado. Ya hemos hablado anteriormente de mi balance como Hermano Mayor. Hablemos ahora de usted. De su balance como Consiliario. Yo he dicho siempre que hemos tenido mucha suerte de tenerle en la Hermandad. Más que un consiliario ha sido un amigo de todos.

(JOSÉ CASCANT) —Muchas gracias. Mi trabajo sacerdotal lo balanceará Dios y espero que me dé positivo. He cumplido 50 años de sacerdote y no me pondría ninguna medalla, porque he hecho lo que debía hacer o quizá menos. Unas veces he estado al borde de ser secuestrado por el terrorismo, otras con peligros en un río inmenso como el Amazonas, otras en alturas de 3.000 m. Pensé que era un héroe y vi que niños, mujeres, pobres se veían en iguales circunstancias o peores y me di cuenta de que nada más he de valorar. Pero estoy muy agradecido a la Hermandad. Sí, hermanos, os debo vuestra acogida, vuestra amistad y la alegría que me habéis dado de estar en Gandia. Mil gracias, no puedo decir otra cosa de nuevo.

(JOAN ESTORNELL) —La conclusión del mandato del Hermano Mayor no va ligado a la finalización también de las tareas de consiliario. Está dispuesto a continuar o por el contrario está pensando que la edad empieza a pesarle.

(JOSÉ CASCANT) —La edad me pesa. Voy a continuar mientras la autoridad eclesiástica me necesite. Quizá no tendré el garbo anterior, pero me esforzaré. Tengo que ganarme el cielo y eso significa que no voy a dejar mis deberes mientras mi cuerpo lo resista. El alma lo está resistiendo bien.

(JOAN ESTORNELL) —Pues esto no es lo me comentó un día. Me imagino que le pillé en un momento de bajón. Pero bien, más cosas. La pastoral. ¿Qué se nos ha quedado por hacer, teniendo en cuenta la respuesta habitual de los hermanos?

(JOSÉ CASCANT) —Siempre que se programa hay cosas que no se hacen, ya veremos si alguna vez los hermanos de todas las Hermandades logran entender qué significa la religiosidad popular. Eso no es cosa de sacerdotes, simplemente apoyar, orientar y cuidar de no abandonarlos en manos y pensamientos profanos, hay que cuidar esto por el Consiliario y por todos los hermanos

(JOAN ESTORNELL) —Yo siempre hablo del compromiso. Del ser o no ser. Del estar o estar de más. ¿Qué diría de la poca participación de los cofrades en los actos organizados por la Hermandad durante todo el año?

(JOSÉ CASCANT) —Que se animen a participar que la Hermandad no es de doce personas sino de todos y cada uno. Sé que hay muchas ocupaciones y que el mundo atrae a muchas cosas, pero se podría hacer hincapié sobre todo en las asistencias a las asambleas.

(JOAN ESTORNELL) —Estamos terminando la entrevista pero todavía me quedan dos temas. El primero de ellos DOLOROSA MUSEO como vehículo de evangelización. Se le está sacando partido a este enclave.

(JOSÉ CASCANT) —No. Es buena, muy buena la idea, pero la gente no va a museos de esta índole, ni la ruta del turismo pasa por el lugar. Como es una buena cosa, habría que pensar cómo hacerlo. Quizás cuando la Junta Mayor haga su Museo frente al nuestro se podrá aprovechar y hacer el dúplex.

(JOAN ESTORNELL) —En el documental hablaba de DOLOROSA MUSEO como un espacio para poner en valor el pasado y que sirva de aliento, empuje, para el futuro.

(JOSÉ CASCANT) —Es una idea. Los museos no gustan cuando se hacen, sino cuando llevan años hechos y se corrijan cosas y haya algo de valor que valga la pena porque no se encuentra en otro lugar. Este museo dentro de cien años quizá sea visitado por los propios gandienses y otros de fuera, pero hoy no se puede esperar un éxito sin méritos adquiridos.

(JOAN ESTORNELL) —Hablando de futuro. ¿Qué le diría a la próxima directiva/Hermano Mayor del próximo mes de julio?

(JOSÉ CASCANT) —No soy yo quien tiene que decir, ni es mucho lo que hay que decir. Hay unos estatutos, unas normativas de aplicación y eso son los mínimos. La tendencia debe ser la de crecer, hacer más y mejor. Yo soy sacerdote católico y la Hermandad es católica. Hay que hacer que el comportamiento de los miembros de la Hermandad sea católico. Para convertir la Hermandad en una asociación de tipo fallero, ya están las fallas. Una Hermandad de Semana Santa está para hacer penitencia y exaltar la Pasión redentora de Cristo. Por eso me extraña que haya sujetos que enturbien la paz. Y si encima han sido Hermanos Mayores me resulta escandaloso y propensa al vómito. ¿Guerras y disputas en la Hermandad? Ni lo entiendo ni cabe. Lo que cabe es la depuración en orden a que los hermanos atiendan a la espiritualidad mariana que se desprende del nombre Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores. No me hagas hablar más que desbarro.

(JOAN ESTORNELL) —Vale, vale. Creo que lo ha dejado bastante claro y se pueden dar por aludidos. No es una cosa que dependa de nosotros, ni siquiera que me ataña. De momento, todos mis esfuerzos en tratar de convencer a posibles candidatos al relevo han sido infructuosos. Teme una posible regresión, un cambio radical.

(JOSÉ CASCANT) —Sí, lo temo. Siempre siento temor cuando los buenos no quieren enfrentar el problema. Es entonces cuando puede haber regresos a épocas ineficaces. Desde aquí reclamo la responsabilidad, es trabajo, sí, pero recompensa el espíritu.

(JOAN ESTORNELL) —Ha sido un verdadero placer haber dialogado con usted. Una verdadera suerte de que la vida nos haya cruzado en el camino. Pierde a un Hermano Mayor, pero gana a un ex hermano mayor y lo que es más importante, un verdadero amigo.

(JOSÉ CASCANT) —¿Ya está? ¿Ya hemos terminado? Pues bien. Yo te diré que tres cuartos de lo mismo. ¿Y ahora con quién haré ese libro que teníamos pendiente? Ha sido un placer. Estoy muy agradecido por esas palabras. Sabes que tú y tu familia me tenéis para siempre para lo que queráis.

(JOAN ESTORNELL) —Muchas gracias.

(JOSÉ CASCANT) —No las merezco.

(JOAN ESTORNELL) —Porque usted lo diga.

(JOSÉ CASCANT) —Pues sí. Ale, vámonos.