Confesiones entre dos buenos amigos. Charla informal

 

Pasan apenas cinco minutos de las ocho de la tarde. De una tarde cualquiera de frío de la primera semana de febrero. Es el día acordado para la cita. Después de un ajetreado día de trabajo, consiliario y Hermano Mayor se sientan para charlar. No es una cita especial. Es una más de las muchas que acostumbran tener, incluso con más gente, a la salida de Misa. Pero en esta ocasión, digamos que con más tiempo, sin prisas, incluso con algún refrigerio de por medio. Deciden reanudar esa conversación sobre diferentes temas que empezaron ahora hace un año. A modo de una sucesión de confesiones ambos no tardan en darse cuenta de que la tarde promete.

(JOAN ESTORNELL) ––Buenas tardes D. José. Tras la experiencia del año pasado, repetimos. Charlemos sobre cuestiones que resultan interesantes para la Hermandad, el cofrade y la comunidad cristiana en general.

 

(JOSÉ CASCANT) ––Buenas tardes, Joan, ganas tenía de hablar contigo sentado, no sé por qué nos da la manía de decirnos las cosas al paso. Parece que a eso nos lleva el trajín de esta vida presente. Me dices que vamos a hablar sin tapujos, me parece bien, de lo contrario no vale la pena estar aquí uno frente al otro para ir con reservas. Lo que pasa es que ocurren dos cosas, tenemos el pudor de declarar demasiado abiertamente nuestro pensamiento y la otra es que siempre hay gente que busca lo más retorcido para seguir retorciéndolo aún más a fin de que se rompa. Yo abogo por el equilibrio, pero, ojo, el equilibrio no es callarse y no decir lo que uno piensa, sino que tú me hablas con libertad y yo te hablo con libertad, entonces conocemos lo que pensamos, aparecen cosas conformes comúnmente y otras disformes. Habrá que seguir hablando para ponernos de acuerdo en las disformes.

(JE) —No creo que haya demasiadas disformes, pero allá vamos. En la anterior entrevista, de una de las cosas que hablamos fue de la inactividad del cofrade. ¿Cuánta gente cree que leyó la charla del año pasado? ¿Cree que sirvió de algo? 

 (JC) —Mira no sé cuántos la han leído, probablemente no pasen de una docena y creo que es mucho decir. Pero eso no es ninguna novedad ni ninguna tradición en la Hermandad. El tema es eclesial. Si un Papa dice algo que a mí me interesa lo leo, si dice algo que no me agrada, lo dejo al sueño de Morfeo. En general los cristianos de todas las confesiones leemos poco de contenido formativo, teológico o espiritual —en otras religiones te puedo asegurar que poco sería un deseo, en algunas repiten lo que el maestro dice y, generalmente, lo repiten mal—. En la Iglesia católica no hay costumbre de leer ni el Aleluya, por hablar de la publicación más  sencilla. Nosotros los católicos estamos acostumbrados a oír —ni siquiera a escuchar—. Nosotros vamos a oír misa, no pensamos en que vamos a celebrarla ni a participar. El mismo mandamiento de la Iglesia dice: “Oír misa entera todos los domingos…˝, y nos lo tomamos muy en serio lo de oír, solo oír; luego, aunque haya publicaciones, el cura nos lo dice oralmente y aún así, cuando empiezan los avisos del párroco, se sale gente de la Iglesia, o vienen a misa con prisa o no les interesa ni oír…

Muy pocos católicos han comprado el Catecismo de la Iglesia Católica, menos aún son los que tienen los documentos del Concilio Vaticano II. Y la lista es larga, muy larga. Oímos, sin escuchar, ¿cómo vamos a leer? Si alguien lee, ojo, cuidado, igual encuentra motivos para la crítica. En la Hermandad pasa otro tanto, son 20 siglos y vamos ya por el 21, casi un cuarto de siglo, en que nos hemos acostumbrado solo a oír. La pregunta es ¿por qué? Porque en cuestiones de religión no queremos obligaciones y buscamos las excusas por no cumplir. Si yo escucho o leo, no tengo excusa, pero si solo he oído, puedo excusarme de no haber entendido. No sé si los fariseos y escribas con los que pelea Jesucristo son peores que nosotros. Igual hemos heredado de ellos la costumbre, es más cómodo solo oír que escuchar y leer.

Pero ciertamente, un cofrade de una Hermandad, como la nuestra, que se precie de serlo, debiera leerse la revista completa y muchos artículos de la misma, que son reflexivos, llevarlos a la oración y meditación personal. No hace falta leerlo solo en Semana Santa, los contenidos de esta revista, no tienen fecha de caducidad. Cualquier momento es bueno para buscar un poco de paz en nuestro interior y acercarnos a Jesús.

(JE) —Creo que queda meridianamente claro la diferencia entre oír y escuchar. Totalmente de acuerdo. Es como aquello de corazón que no ve, corazón que no siente. Pero no quiero centrar estas confesiones públicas, fuera de un confesionario donde usted se mueve como pez en el agua, en torno a este tema. Así que si le parece pasamos página. Tratemos otras cuestiones, si le parece bien.

(JC) —Si pasamos página traicionamos nuestro ser. Vamos camino a una Iglesia de catacumbas. Eso significa que en otro cuarto de siglo, la Semana Santa de Gandia será el gran Folclore de Primavera y los pocos hermanos sinceros no saldrán porque no son payasos, pero saldrán los que no son sinceros, los que no leen, ni meditan, ni oran, ni van a misa, ni rezan un padrenuestro siquiera. Esos nos harán el circo en la calle. Allá ellos, por suerte ya no estaré en este mundo y que «Déu em pille confesat, combregat y pernoliat».

Para entender esto, si quieres, podemos fijarnos en las fallas, nacen para festejar a san José, «quemar lo viejo para construir lo nuevo». ¿En qué quedó aquello, en desfiles, paseos, música, comer y beber? El mundo recoge lo religioso y lo transforma en profano. Se habló de matrimonio civil, ahora se habla de primeras comuniones laicas. Pero ya nada tiene más sentido que quemar cauchos, se desprenden del interior y queda el garabato.

(JE) —Me ha gustado eso de los payasos y lo del folclore de primavera. No sé si ha sido demasiado directo. Pero bien, cambiemos de tema. En las postrimerías del año pasado, nos dejaba el papa emérito, el papa Ratzinger. Si le parece podemos hablar un poco de él. El legado de Benedicto XVI ha sido la de un papa reformista de la Iglesia a la que mucha gente empezó respetándolo y ahora lo admiran. Es el papa de la caridad y también el primer papa verde, por aquello de los pecados que van contra todo lo que ha creado Dios. Ratzinger defendió que la fe debe tener el valor y la paciencia de buscar continuamente el diálogo y la confrontación con la razón. No tener miedo al debate, incluso con “los lejanos”, estar convencidos de que la razón y la fe se necesitan mutuamente en el camino de acercarse y servir a la verdad, por el bien de los seres humanos y de la creación, para desarrollar el humanismo que necesitamos hoy.

(JC) —Un gran papa ha sido Benedicto XVI. Sin duda alguna uno de los hombres más inteligentes en la historia del pensamiento, en el futuro se le recordará por ser inteligente, sabio y humilde. Sin embargo, en vida ha sido admirado por unos y denostado por otros. Dices que fue reformista, sí, pero no en todo ni de todo. Reformista según el Concilio Vaticano II, es decir, no reformar cosas, sino reformarse las personas. No olvidemos que era alemán y allí les quedó la experiencia de la Reforma luterana. ¿Qué se hizo con la reforma? Muchos propósitos incumplidos; a la postre fue más de lo mismo, reformar cosas, estamentos, sistemas, etc, y todo vino a acabar en un religionismo. La Contrarreforma que llevaron los santos posteriormente pretendió una reforma interior hacia la santidad; los santos españoles de ese tiempo, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila y otros muchos dejaron huella, una huella que llevó a España y a Europa a espabilar la conciencia, pero como vivimos aquí abajo, pasa el tiempo y hemos necesitado más concilios. El Concilio Vaticano II ha hecho reformas en la liturgia, la pastoral, la espiritualidad, etc, pero eso no es el objetivo primordial, eso son las ayudas o auxilios o subsidios para reformarse los cristianos, pero no queremos enterarnos. Aquí cabría decir una larga lista de deficiencias que tiene nuestra manera de actuar según el pensamiento del último Concilio Ecuménico de la Iglesia. Eso pretendía Benedicto XVI, pero no fue comprendido ni por los grandes jerarcas. Su renuncia estuvo mucho más que justificada. A mí me daba la impresión que era el mismo Jesús el que quería renunciar a través de la actitud del Papa: «ya me cansé de vosotros». Pido al Señor que, por los Dolores de la Virgen, no se canse de nosotros, porque estaríamos perdidos.

(JE) —Fe y Ciencia es otro de los temas de los que habló mucho Benedicto XVI, de hecho tiene un libro que se titula así, son un diálogo necesario. En esta revista también solemos hablar de ello desde diferentes vertientes. ¿Coincide conmigo que ambas pueden cohabitar sin problemas?

(JC) —El cosmos al que pertenece nuestro sol, nuestro planeta y todos nosotros es creado por Dios y se mantiene con su Providencia, pero hay muchas cosas que tenemos que conocer y están escondidas. Lo mismo ocurre con la revelación de Dios sobre sí mismo y sobre su designio con respecto a nosotros. Ciencia y fe son inseparables.

La ciencia es un trabajo intelectual que Dios dispuso en el ser humano para que lo ejerciera con el fin de dominar la tierra, el mundo, el cosmos. Esto lo dice el libro del Génesis: “dominad la tierra˝, es decir, entendedla y ”enseñoreaos de ella”, literalmente dice: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra» (Gen 1,28).

Los creyentes son seres humanos, si dejan la ciencia no pueden entender la fe. La fe es un don de Dios, no es de este mundo, pero es para este mundo, cuando vayamos a la vida eterna ya no habrá fe, como no habrá esperanza, porque veremos a Dios cara a cara y no necesitaremos la fe y por lo mismo tendremos lo que el hombre espera suspirando, solo el amor de Dios, la caridad permanecerá en el Reino futuro. Lo deja claro el Apóstol Pablo en Cor, 13,13: «En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor». Entonces si la fe es de Dios para los hombres de este mundo, han de usar la inteligencia rectamente y con sinceridad para entender el misterio de Dios, del hombre y del mundo. Sin ciencia, el hombre es un animal más; sin Fe, el hombre es una máquina más. Ambas son inseparables, porque ambas tienen el mismo origen primordial. Esa es la razón por la cual la Teología es una ciencia: La reflexión de lo Revelado por Dios. Así como Dios ha dejado la naturaleza para que la estudiemos, nos sirvamos de ella y la respetemos, nos ha dado la Fe contenida en la revelación mediante la Escritura y la tradición para que el hombre la estudie, se sirva de ella y alcance el más grande conocimiento de Dios.

(JE) —Por cierto, hablamos de escribir un libro este año, nuestro segundo libro, y la vorágine del día a día no nos lo ha permitido.

(JC) —A este respecto, tengo que darte las gracias por impulsarme a escribir un libro contigo: Las Últimas Miradas. Es el único libro que he escrito en colaboración. Los once libros anteriores nacieron de necesidades pastorales. Esa fue la razón que me movieron a escribirlos y lo hice en solitario, primero pasándole hojas manuscritas a una mecanógrafa y más tarde metiéndome yo mismo ante el ordenador. Por eso quiero darte las gracias y decirte que te estaré siempre muy agradecido.

La idea de escribir otro es porque vemos las necesidades de comunicar. Pienso que lo debemos hacer y yo estoy dispuesto porque tengo algunas cosas pensadas. A mis 75 años ya no puedo pensar en un futuro más floreciente, pero por amor a Dios, a la Virgen de los Dolores, a nuestra Hermandad y a la ciudad de Gandia me gustaría dejar lo que aún me queda en el tintero como legado para las generaciones futuras.

(JE) —Por cierto, ¿está satisfecho de la respuesta que ha tenido el libro de Las Últimas Miradas? Hasta el momento se han recaudado cerca de 2.000 euros que ya han sido entregados a las dos entidades benefactoras. Todavía nos quedan ejemplares, qué se le ocurre para ponerlos en circulación.

(JC) —Aquí venimos a decir lo mismo que al comienzo. Si no se lee mucho, si se mira más la televisión, no nos van a leer al cien por cien, sino los selectos, los interesados, los cultos, los que buscan la cultura y el saber. Si no hay más, qué vamos a hacer. Si hacemos un libro para malvenderlo, quizá no valga la pena, pero si lo ponemos en una editorial y lo venden en librerías religiosas en toda la península, igual se puede beneficiar la Hermandad para pagar algunos gastos imprevistos, como restauraciones, compras de material audiovisual, etc. Me gustaría poder colaborar con la Hermandad en este sentido.

Los ejemplares que quedan, como el contenido del libro no pasa de moda, se debe poner sobre mesa y ofrecerlos, aprovechando la Semana Santa o cualquier otra actividad, conciertos, celebraciones o en vitrina. No conviene que el libro duerma el sueño de los Justos.

(JE) —Abordemos otros temas de la iglesia. En la Memoria anual de actividades de la Iglesia 2020, publicada el 11 de mayo de 2022 por la Conferencia Episcopal Española, no está demasiado actualizado pero nos sirve para hacernos una idea, aparecen datos de vértigo: solo un 29% de los niños nacidos en ese año fueron bautizados, solo el 14% de las bodas se celebraron por el rito católico y la práctica dominical se situó en el 16,5%. Sinceramente creo que estos años la Iglesia está perdiendo más feligreses por aburrimiento, pasotismo, que por razones teológicas de fe.  La gente no cree que irá al infierno por no ir a misa el domingo, y necesita una buena experiencia cliente cuando va. Algo que le aporte valor. No ir por ir sin más. Si el sermón es agresivo, aburrido, largo, denso, sin hilo conductor,  no se sienten acogidos, lo más normal es que no vuelvan.  Si la misa es vista como algo que hace el cura sin más, si las Escrituras son dominio del clero, para qué volver. La prueba la tenemos en la misa mensual por los difuntos de la Hermandad que organizamos cada segundo sábado de mes. Somos ocho, en el mejor de los casos, ni la directiva al completo asiste.

(JC) —Aquí hay demasiadas cosas que considerar, déjame la revista para mí solo y te doy cumplida respuesta a todo, pero hemos de ir abreviando. Esta es la gran colección de tópicos que se usan para menospreciar a la Iglesia. No todos los sermones son aburridos, ni todos los católicos son pasotas. Lo que hemos sabido siempre es que la Iglesia ha llegado a ser de masas y no es de masas. La Iglesia es de uno a uno, desde el papa hasta el último bautizado.  Con frecuencia vemos a la corta, lo que se palpa, pero hay que tener miras amplias. No tiene sentido casarse por la Iglesia si es porque parece ser más festivo que cualquier otro tipo de ceremonia. Para casarse lo que importaría es que los esposos estuvieran bien preparados. Los datos que se publican son aspectos demográficos, pero es peor lo que ocurre, el número de personas que se bautizaron, tomaron la primera comunión y se casaron, y después de cada una de estas ceremonias nunca más han pisado la Iglesia, no constan en la demografía, pero se sabe que es así. Esto es lo que hay que arreglar, el uno a uno. La Iglesia es apostólica, pero si los cristianos no hacen apostolado todo se convierte en mero folclore. Todos esos datos que se dan e incluso del número de asistentes a la misa por los difuntos de la Hermandad indica que de católicos solo tienen el nombre, ni les interesa Dios, ni Jesucristo, ni la Hermandad, ni sus difuntos. Ese pequeño grupo que acude es la Iglesia de catacumbas y son los que harán resurgir la Iglesia, son el resto, como la levadura que fermentará la masa.

(JE) —Recuerdo que el año pasado hablamos de formación. Es esta la solución para poder hacer frente a la exacerbada secularización que vivimos. 

(JC) —La formación no es la solución, pero es un medio para concienciar, si los miembros de la Hermandad no hacen apostolado, no rezan ni piensan en cristiano, no habrá gente para la formación. La formación es un soporte para que la fe penetre en el alma con mayor conciencia y responsabilidad apostólica. La secularización o quizá la “apostasía”, en la que la secularización es permanente, es el pensamiento del siglo, del mundo que se aparta de la fe, pero la apostasía es dejar la fe por el mundo. El mundo ha penetrado en los cristianos y los ha hecho apostatar, dejar la fe. Eso no lo soluciona la formación sino el apostolado y el buen ejemplo de los creyentes, pero es necesaria una adecuada formación para ese impulso apostólico.

(JE) —Recuerdo unas palabras del abad de Gandia, D. Ángel Saneugenio, diciendo que de seguir en la misma línea de pasotismo, conformismo, la Semana Santa está en seria amenaza. ¿También lo cree? 

 (JC) —Sí; no lo creo, lo sé y ocurrirá; para que no ocurra nos hemos de poner las baterías a punto y bien cargadas. La Semana Santa de Gandia está amenazada igual que está amenazado todo lo religioso, ya lo dije hace un rato, en 25 años más no habrá Semana Santa en Gandia, si vamos a este paso, tendrá lugar el Circo de los encapuchados de la Primavera. Me da pena decirlo así. Porque se está perdiendo el sentido que tiene cubrirse la cara en las procesiones de Semana Santa, que no es otro que aquello que dice Jesús: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial». El hábito del cofrade es para que no se vea la penitencia que hace cada uno, es hábito de penitente. Ese hábito se puede convertir en un festejo sin sentido y se deteriora la razón de ser, es entonces cuando se convierte en un carnaval. Los miembros de las Hermandades debieran tomar conciencia de ello, para que no se deteriore el profundo sentido de la Semana Santa de Gandia. En turismo tiene que ver la piedad popular, sincera y auténtica, no el Carnaval de la Semana Santa.

(JE) —Hablemos de la Hermandad. Muchos piensan y defienden aquello de que si salgo pago y si no, no. No conciben el sentimiento de pertenencia a la Hermandad. El año que viene, si Dios quiere, habremos terminado de pagar el préstamo por la compra y reforma del local, de DOLOROSA MUSEO. Muchas veces hay que hacer verdaderos ejercicios de ingeniería para poder cuadrar los presupuestos. La cuota que paga cada cofrade es de 50 euros, dejando de lado los niños que no pagan. ¿Sabía que por cada euro que paga el cofrade solo 22 céntimos van destinados a sufragar los gastos ordinarios de la Hermandad? Los 88 céntimos restantes revierten de nuevo en el propio cofrade a través de la palma, el Passio, la revista L7D, la acción social, los ágapes… Así resulta muy complicado seguir adelante.

(JC) —Ya hemos hablado mucho de responsabilidad, si no la hay para cooperar con la Hermandad, mejor que quemen etapas y no acabemos dentro de los 25 años y nos dejen ir a pequeños grupos para recomenzar. Es preferible menos, con vivos deseos de colaborar y de vivir religiosamente la Semana Santa, que muchos desganados.

(JE) —Pues la gente no es consciente de ello. No lo entiende. O no lo quiere entender. Es de risa. Y siempre con el temor de que más valen 22 céntimos que nada. Qué triste es.

(JC) —Si la Hermandad no se considera como “mía” o “yo soy de la Hermandad”, si cada uno no se siente solidario, no hay nada que hacer. Es muy triste el panorama. Es necesario una purificación personal y una purificación de personal. Ambas son necesarias.

(JE) —Igual de triste que aquellos que no entienden que su tiempo ya ha pasado y que la cofradía no tiene dueño. Se dedican a poner palos a las ruedas y piedras en el camino. Esto, cansa mucho. Y la imagen de las asambleas es bochornosa.

(JC) —Esto está muy generalizado en Gandia, pero no juzgo a las demás hermandades. Hay algunos que fueron algo y piensan que eso les da para que se hagan las cosas como quieren ellos y van a las asambleas para que no se lleven a cabo los planes que se proponen, van a estorbar, a discutir. Si el Mundo ya pone la guerra contra lo religioso, un hermano que haga esto se convierte en un hermanastro. Eso es de vergüenza. Los hermanastros no caben en una Hermandad religiosa católica.

(JE) —Hablando de todo un poco. Qué le parece este emplazamiento en el que estamos, DOLOROSA MUSEO. Un espacio levantado como aquel que dice de la nada, pero con mucho trabajo y esfuerzo.

(JC) —Un museo no puede estar en un lugar donde el turismo se ha de desviar de las rutas del Centro. Hay una ruta marcada en el suelo para turistas y el DOLOROSA MUSEO está, no solo fuera de esa ruta, sino más lejos. 

(JE) —Pues nada, si le parece, ahora que estamos acabándolo de pagar, compramos otro ––es broma––. Estamos terminando estas confesiones y me gustaría abordar dos temas más. El primero, la Hermandad este año cumple su 70 aniversario. Siete décadas que nos han llevado a ser lo que somos hoy en día. No me atrevo a decir lo que somos. Pienso que es una Hermandad más de las 18 que componen la Semana Santa de Gandia. Ni más, ni menos. Ni locomotora, ni vagón, ni innovadora,… La Hermandad tiene una forma de actuar como la tienen otras, siempre pensando en el bien común, la Semana Santa de Gandia, y después desde la humildad.

(JC) —Demasiadas trabas por parte de los que componen la Hermandad, por eso hablo yo de purificación del personal, como yo no la voy a hacer porque no es mi cometido, no tengo tapujos en decirlo, pero no es la única y, aunque ˝mal de muchos, consuelo de tontos˝, en este caso es realidad. Si no va más gente a las conferencias, charlas de formación y no arriman el hombro… Ya hemos dicho lo que sucederá.

(JE) —¿Seremos capaces de sumar otros 70 años? Y si lo hacemos, ¿en qué condiciones?

(JC) —Sí, hay etapas, pero la historia es pendular, por eso continuamos, si no fuera porque ya tenemos esta experiencia de que las cosas se ponen difíciles, pero los tiempos buenos regresan, luego vuelven a pasar y así sucesivamente, nos desesperaríamos y habría que cerrar ya. Duraremos en la historia otros 70 años y alguno leerá entonces esto cuando nosotros ya no estemos y dirán, ojo que no nos pase lo mismo.

(JE) —La última y nos vamos. El año pasado por primera vez se constituyó un grupo de portadoras de la Virgen Dolorosa. Este año, sin ir más lejos, se celebra el 40 aniversario desde que la asamblea abriera las puertas de la Hermandad a las mujeres. ¿Cuál cree que es el papel de la mujer en la Hermandad y cuál debería de ser? ¿Cree que es posible que quien me suceda en junio de 2024 pueda ser una mujer? 

(JC) —No sé si tu sucesor o más tarde. No hay que poner una mujer porque sí, ni un varón porque sí, pero si hay una mujer dispuesta a llevar la Hermandad, sufrir, preocuparse, ver que no le ayudan mucho y que cada vez está más difícil y sin embargo ella resiste y puede tirar adelante, bienvenida la Hermana Mayor de la Hermandad. Los machismos y feminismos no son ecuánimes. La ecuanimidad está en la entrega y generosidad, en el buen hacer y el bien pensar, para lo cual no debe haber trabas para que una mujer encabece la Hermandad.

(JE) —Pues no han estado mal estas confesiones. ¿Nos hemos dejado en el tintero algún tema?

(JC) —Muchos, pero yo he quedado exhausto. Acabaré diciendo que estoy muy agradecido a la Hermandad, me han hecho agradar mi estancia en Gandia. Si esto que habéis hecho conmigo, lo hicierais por la Hermandad en sí, ganarían terreno al Enemigo. Os estoy agradecido, muy agradecido.