La Real e Ilustre Hermandad de la Dolorosa bendice su nueva imagen del siglo XVIII

 

 

 

 

La Real e Ilustre Hermandad Nuestra de los Dolores de Gandia empezaba el Año Real, tas la suspensión de todos los actos debido a la pandemia, ayer con la celebración de una eucaristía presidida por el consiliario de la Hermandad, José Cascant Ribelles, en la que se bendijo la talla de la Virgen Dolorosa del siglo XVIII. Una escultura que se puede ver en DOLOROSA MUSEO y que amplia  infinitamente el extenso patrimonio artístico de la Real Hermandad de la Dolorosa. Una magnífica escultura que vivió las últimas décadas en el Grau de Gandia y que el pasado mes de febrero fue donada por la familia Casanova Segura a la Real Hermandad.

El acto contó con diversas autoridades del consistorio gandiense, encabezada por el delegado de la Semana Santa, Miguel Ángel Picornell, así como representantes de la Junta Mayor de Hermandades de la Semana Santa, representantes de otras hermandades de la ciudad, Amigos de la Dolorosa y cofrades de la Hermandad. Entre ellos también se encontraban la camarera de la Real Hermandad, Clara Carbonell, el Hermano Mayor, Joan Estornell, y los donantes de la escultura de la Virgen Dolorosa, Inmaculada y Francisco Camarena Segura  a quienes la Real Hermandad agradeció la donación a través de un certificado expedido, así como entregándoles la tarjeta que les acredita como Amigos de la Dolorosa.

 

El último gran tesoro de la Hermandad
Se trata de una Dolorosa coronada, de las denominadas de “vestir”, en posición sedente. La escultura presenta un marcado rostro afligido y de resignación tras recibir el cuerpo sin vida de su Hijo. Entre sus manos sustenta el sudario con el que se envolvió. Una imagen que se completa con un templete-urna isabelina, también de la misma época que la resguarda.

La escultura, cuyo autor se desconoce, tiene unas dimensiones de 87×35 cm. Tanto su vestido como la capa son de velludillo negro bordados con hilo de oro. Un corazón atravesado por siete puñales le confiere su identidad. La Virgen está doblemente coronada; con una corona real que le acredita como Reina de los cielos y con otra corona compuesta por doce estrellas de siete puntas. Ambas están diseñadas en latón dorado. Los propietarios de la imagen desconocen la autoría de la misma ni la fecha en la que fue esculpida, pero según la tradición oral, pues la imagen ha ido pasando de padres a hijos, su origen se remonta a finales del siglo XVIII. Así, la primera propietaria de la que se tiene constancia fue la familia Moreno Conca, abuelos de los actuales donantes. Posteriormente pasó a los Segura Moreno, familia materna de los donantes. Según la tradición oral esta imagen desfiló por las calles de la ciudad tras la Guerra Civil.

 

 

Hace unos meses, en concreto el pasado 16 de febrero, la talla llegó a nuestro museo desde el barrio marítimo de Gandia con signos evidentes del paso del tiempo. Fue entonces cuando la Real Hermandad de la Dolorosa decidió iniciar un proceso de restauración para recuperar la belleza de la imagen. Dichos trabajos, que finalizaban hace solo unos días, han sido llevados a cabo de forma satisfactoria en el taller del restaurador gandiense, José Manuel Montagud, a quien agradecemos su trabajo.

De forma resumida,  los trabajos de restauración que se han llevado a cabo se han dividido en tres partes.

La primera de ellas la restauración de la escultura de la Virgen. Esa a su vez se ha llevado a cabo en dos fases: una primera de consolidación de la talla. Y una segunda, en la que se ha retocado la policromía en aquellas zonas donde se requería, respetando en todo momento los colores originales. El oro utilizado para la restauración de la base ha sido de 24 quilates.

La segunda parte se ha centrado en la restauración de los tejidos, que ha consistido en una cuidadosa limpieza general de los tejidos. Del terciopelo y de hilo de la saya. Una consolidación de las partes afectadas tanto en el bordado como el propio tejido. Una limpieza mecánica y química del bordado en oro con el fin de recuperar su brillo.

Y la tercera y última parte, ha sido la restauración del templete vitrina del siglo XVIII, que ha consistido en la desinfección anti carcoma, una consolidación de la madera y limpieza general. Además de la reposición de las partes faltantes y retoque de la policromía original para finalizar con un lacado protector.

Sin duda alguna, una joya artística del siglo XVIII que ocupa un espacio de honor en DOLOROSA MUSEO.