Los 7 Dolores de María 2016

 

 

Texto: Fernando Chorro Guardiola
Música: Coral Sagrada Familia de Gandia bajo la dirección de Telmo Gadea

 

Virgen Santísima, que nos amparas, nos proteges y eres guía firme hacia Cristo, ayúdanos para que sepamos vencer al pecado – que tanto nos aleja de Él y dolor produce en Ti – y luchemos por la virtud.

Reina de la Templanza: Ruega para que seamos personas de voluntad firme para dominar nuestros impulsos.

Reina de la Paciencia: Ruega para que con serenidad afrontemos las dificultades de la vida.

Madre Diligente: Ruega para que sepamos cumplir con presteza nuestras obligaciones.

Madre Sencilla: Ruega para que seamos siempre humildes en nuestra vida.

Madre del Amor: Ruega para que con caridad sirvamos siempre a los demás.

Virgen Castísima: Ruega para que mantengamos la pureza en nuestros pensamientos, en nuestras palabras y en nuestras obras.

Virgen Generosa: Ruega para que con desprendimiento ayudemos a nuestros hermanos.

Madre de Dios y Madre Nuestra: Ruega para que nunca dejemos de escuchar en nuestro corazón lo que siempre nos dices: “Haced lo que Él os diga.”

 

1. DOLOR. LA PROFECÍA DE SIMEÓN. (Lc 2, 25-35) (Escuchar Dolor 1)

María y José acuden al Templo a presentar a Jesús, con ello quieren poner de manifiesto que lo sagrado va a estar presente en su vida familiar. “Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.” Se da el perfecto equilibrio en el desarrollo físico y espiritual del Niño.

María recuerda las palabras de Jesús, cuando dice: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor.”

Un inmenso dolor tiene Nuestra Madre cuando contempla hoy: Seres humanos que mueren de hambre, mientras otros mueren por enfermedades de la sobreabundancia.

Niños criados, y en ocasiones malcriados por sus padres, sólo en su parte física, sin ninguna preocupación por su desarrollo espiritual.

Niños caprichosos y consentidos por sus padres, que van creciendo sin que les falte de nada, pero sin criterios sólidos de conducta.

Hijos de familias desestructuradas que se desarrollan sin lo más importante, que es la inmensa gratuidad del amor familiar.

Adolescentes, jóvenes y adultos que viven teniendo como máxima: “Comamos y bebamos que mañana moriremos.”

¡Oh, María! haz que como Tú sepamos practicar la virtud de la templanza, es decir, el justo equilibrio de todo en la vida: que cuidemos cuerpo y alma para ser libres y esta virtud nos hará escuchar y transmitir la Verdad.

 

2. DOLOR. LA HUÍDA A EGIPTO. (Mt 2, 13-15) (Escuchar Dolor 2)

José, habiendo recibido en sueños el aviso del ángel de las intenciones de Herodes de matar al Niño, tomó a Jesús y a su Madre para huir a Egipto.

María padece la ira de un tirano que utiliza el poder, no como servicio a los demás, sino como medio para servirse de ellos, buscando sólo el beneficio personal, a costa de lo que sea. Qué lejos está Herodes de cumplir con lo que dirá más tarde Jesús: “El que quiera ser el primero entre vosotros sea vuestro servidor”.

María es Reina de la Paz porque, como Madre Nuestra, es siempre cercana, auxiliadora y apoyo constante en nuestra vida.

La Virgen Santísima sigue sufriendo cuando ve que nosotros, sus hijos, hablamos elogiosamente de paz, pero que lejos estamos de contribuir a ella, con nuestras iras.

La ira del niño, del adolescente o del joven que no quiere aceptar los consejos o las correcciones de sus mayores.

La ira entre los esposos, que no recuerdan que su compromiso de amor se realiza día a día.

La ira de los padres hacia los hijos, como consecuencia de la falta de diálogo y, en ocasiones, de la falta de tiempo que se les dedica.

La ira en el lugar de trabajo ocasionada, en muchas ocasiones, por no saber escuchar y no practicar la corrección fraterna.

La ira entre los que desempeñan cargas públicos, que no saben buscar el bien común y, en muchas ocasiones, sólo saben de tácticas partidistas.

Y tantas otras iras…

Virgen Dolorosa haz que aprendamos de ti a practicar la paciencia. Esta virtud nos lleva, ante las diferentes situaciones en la vida, a ser personas de serenidad, de paz, de diálogo, de comprensión y de perdón.

 

3. DOLOR. EL NIÑO PERDIDO EN EL TEMPLO. (Lc 2, 41-50) (Escuchar Dolor 3)

Jesús acude con diligencia al Templo para, desde niño, “ocuparse de las cosas de su Padre”. María y José van en su búsqueda con presteza y no cesan hasta encontrarlo.

En los relatos evangélicos hay ejemplos del cumplimiento del deber en la Sagrada Familia.

Así María acude en auxilio de su prima Isabel, que iba a dar a luz.

También María y José acuden a empadronarse, a pesar de la cercana maternidad, desde Nazaret a Belén obedeciendo al edicto del emperador Augusto.

Y toda la vida de Jesús es una generosa entrega por los demás.

¿Podemos imaginarnos a Jesús holgazaneando en sus obligaciones, levantándose a mediodía o perdiendo el tiempo hasta altas horas de la madrugada?

Imposible.

¿Podemos pensar en María de parloteo sin sentido con sus vecinas, desatendiendo sus tareas?

Imposible.

María sufre cuando ve a algunos de sus hijos:

– Que en el trabajo incumplen sus deberes profesionales.

– Que en el estudio no se esfuerzan al máximo para, en el futuro, poder servir mejor al prójimo.

– Qué no viven su vocación laboral con generosa entrega por los demás y por el deseo de la obra bien hecha.

– Que se manifiestan como seguidores de Jesús y de forma incoherente son cristianos, pero perezosos u holgazanes.

Madre Nuestra: Ayúdanos a seguir tu ejemplo de disponibilidad para los demás y de cumplimiento del deber con diligencia; y a que entendamos con claridad que, en cada uno de nosotros, las virtudes cristianas no pueden existir si no hay virtudes humanas.

 

4. DOLOR. MARÍA SE ENCUENTRA CON JESÚS CAMINO AL CALVARIO. (IV ESTACIÓN DEL VIA CRUCIS) (Escuchar Dolor 4)

“Tomaron a Jesús y, cargando Él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» donde lo crucificaron”.

Jesús, que es: la infinita bondad, la infinita mansedumbre, la infinita paz, el Hijo de Dios, cargado con la cruz, es la imagen de la mayor humildad.

María, ante su prima Isabel, dijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava…”

Jesús y María nos enseñan permanentemente con su vida lo que es la auténtica humildad. La humildad es la cualidad que abre la puerta a las demás virtudes  en la vida y la soberbia es la puerta cerrada y blindada.

Que enorme tristeza produce:

– La soberbia del que ostenta un poder.

– La soberbia del que se considera muy inteligente.

– La soberbia del que ha adquirido una cierta fama en alguna faceta de la vida.

– La soberbia del que por sus riquezas materiales se cree superior a los demás.

– La soberbia del que se admira a sí mismo y sólo ve imperfecciones en los otros.

– La soberbia de aquél que desea que le rindan pleitesía.

– La soberbia del que cree que todo lo hace bien.

Virgen Santísima, Reina de la Humildad: Haz que nos esforcemos a seguir el ejemplo de tu Hijo y el tuyo para:

Ser humildes al ejercer una autoridad.

Ser humildes en el servicio a los demás, cuando utilicemos las cualidades que Dios nos pueda haber concedido.

Ser humildes para reconocer nuestras imperfecciones y las virtudes de nuestro prójimo.

Y saber, por la humildad, ser agradecidos, pedir perdón y perdonar.

 

5. DOLOR. JESÚS MUERE EN LA CRUZ. (Jn 19, 17-30) (Escuchar Dolor 5)

María sufre inmensamente al estar, junto a la cruz, en la agonía y muerte de su Hijo. La Madre Dolorosa es testigo fiel de las últimas palabras, de infinito amor y de profundo significado que pronunció su Hijo, y nos sigue dirigiendo hoy a cada uno de nosotros:

“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”

Conocemos bien tu ternura, tu comprensión y tu misericordia.

“En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.”

Sabemos que sólo un gesto de bien por nuestra parte es desbordado por la gratuidad de tu salvación.

“¡He ahí a tu Madre!”

Nos regalas a María como Madre Nuestra, protectora y guía hacia Ti.

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

¡Qué inmensos tienen que ser nuestros pecados para que te sientas abandonado en la Cruz!

En el sufrimiento de la soledad y el dolor nos ofreces el don de la fe.

“¡Tengo sed!”

Nos pides que acudamos en auxilio de los cristos, que son nuestros prójimos, y que tengamos sed de Dios.

“Todo está cumplido.”

Tú nos lo has ofrecido todo: tu ejemplo de Vida, tu Cuerpo y tu Sangre, tu Espíritu y la victoria sobre el pecado y la muerte. Somos ahora nosotros los que debemos cumplir.

La Madre Dolorosa padece cuando ve que, frente al Amor de su Hijo, en nuestras vidas está presente la envidia, que es desamor. La envidia paraliza nuestra capacidad para  el bien, anhela lo que poseen otros, desea el mal para nuestro prójimo e impide que en nosotros actúe la gracia.

Virgen Santísima: haz que sepamos superar nuestras envidias y rencores, con la virtud de la caridad, y que como Jesús que dijo: “¡Padre, en tus manos entrego mi Espíritu!”, sepamos a Dios ofrecerle nuestras vidas.

 

6. DOLOR. MARÍA RECIBE EL CUERPO DE JESÚS. (Mc 15, 42-46) (Escuchar Dolor 6)

María, al pie de la cruz, recibe el cuerpo sin vida de su Hijo. ¡Cuánto Amor en el abrazo de la Virgen a Jesús! El Cuerpo Purísimo de Cristo es puesto en los brazos de su Madre Purísima.

“Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”, dijo el Señor.

La castidad es una exigencia de la dignidad de nuestro cuerpo, con el que debemos amar a Dios y al prójimo en la tierra: “¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?”

Nuestra Madre quiere que, con la castidad, el amor sea realmente Amor y sufre con amargura cuando ve actitudes en las que no hay  limpieza de corazón, como:

– La utilización de la otra persona como una mera diversión.

– La infidelidad matrimonial.

– La explotación sexual de los seres humanos.

– La búsqueda de aquello que da primacía a nuestros instintos.

– El abuso de menores.

Virgen Purísima: ayúdanos a que sepamos valorar la castidad, porque esta virtud purifica el amor y lo eleva; supone superación del propio egoísmo, capacidad de sacrificio, nobleza y lealtad en el servicio y en la relación con los demás.

Virgen Castísima: haz que busquemos nuestra limpieza de corazón con el auxilio de la gracia de Dios, siendo nuestra fortaleza la oración, la confesión y la comunión frecuente.

Virgen Inmaculada: sé tú nuestra guía para que sepamos buscar a Jesús, modelo de toda castidad, y anhelemos “revestirnos de Cristo.”

 

7. DOLOR. JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO. (Jn 19, 38-42) (Escuchar Dolor 7)

El cuerpo de Jesús es puesto en el sepulcro. María sufre la dolorosa separación de su Hijo y el tormento que ha sido su Pasión y Muerte. En el corazón de la Virgen hay una luz encendida, pues Jesús ha dicho: “Yo soy la Resurrección y la Vida…”

El sepulcro, que recibe el cuerpo de Jesús, se convierte en el cofre sagrado que recibe las joyas más preciadas. En él están: las manos de Jesús que han curado, que han bendecido y que han santificado; los labios de Jesús, que han predicado la Verdad; los ojos de Jesús, que  han mirado con gran ternura; los pies de Jesús, que han ido en busca de todos; la sangre de Jesús, que ha sido derramada por toda la humanidad; el corazón traspasado de Jesús, que infinitamente ha amado…

La Virgen Santisima recuerda las palabras de Jesús: “No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra…Haceos tesoros en el Cielo.”

María sufre al ver la avaricia en tantos hijos suyos:

– Los que sólo viven por y para el dinero.

– Los que sin escrúpulos, mediante la corrupción, buscan enriquecerse.

– Los que no entienden su trabajo como servicio, sino como medio para tener más.

– Los que explotan a los humildes, atesorar bienes.

– Los que ocupan cargos públicos no para el bien común, sino teniendo como meta el beneficio propio.

Y actuando así, ¿qué se van a llevar al sepulcro?

¡Oh, Madre Nuestra!, ayúdanos a que entendamos las palabras de tu Hijo: “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón” y, de este modo sepamos elegir bien: que sea Cristo, su vida y su mensaje, las perlas preciosas que hay buscar.