Texto: RVDO. José Cascant Ribelles (Consiliario de la Hermandad)
Música: Coral Polifónica Sagrada Familia de Gandia bajo la dirección de Telmo Gadea.
INTRODUCCIÓN
¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea;
porque su Pasión y Muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.
(Secuencia de la Misa de la bienaventurada Virgen de los Dolores, estrofa 8)
INVITACIÓN A MEDITAR
Al comenzar esta noche la contemplación de los Dolores de María, meditamos sobre todo la actitud de la Madre de Jesús. Es la mujer que se mantiene en su puesto, no renuncia a su deber de Madre de quien ha venido a redimirnos, a sacarnos de las desgracias que nos rodean. Es lo que hace María, no deja solo a Jesús: Le acompaña con su dolor y, a la vez piensa en nosotros: podemos hacer las cosas bien. Es Dios quien nos impele a ser portadores de paz y de alegría, aunque eso nos lleve a complicar nuestra vidas como hicieron Jesús y María.
Hoy queremos llevar nuestra contemplación de los Dolores de la Virgen María, escrutando su corazón y comunicándonos con Ella que también es Madre Nuestra. Tenemos que implicarnos en el mundo en que vivimos haciendo el bien. Vemos que por doquier se impone la violencia, guerras sin sentido o con mero sentido económico, armamentístico y de poder, guerras en los hogares, violencia contra la mujer, violencia contra el hombre, violencia contra los niños —a veces los hijos—, violencia contra los ancianos… La lista es larga, pero Nuestro Señor, el Cristo, sufrió en su Pasión violencia por parte de los hombres, por odio, envidia, rencores, etc. Nuestra oración de esta tarde no la convertiremos en Dolores contra la violencia sino para fomentar la paz y el amor en la sociedad y en la familia. La Virgen vivió sufriendo esta misma violencia. San José y la Virgen sufrieron el abandono por parte de sus familiares incluso. La Virgen se nos presenta hoy, en este recorrido que vamos a hacer para evitar la violencia, en un muro de bondad entre Jesús y los que lo están crucificando. María puede ser la paz del hogar, el amor entre esposos, la alegría por la paz de los pueblos, la armonía de los ciudadanos, la esperanza de los jóvenes, la salud de los enfermos, la paciencia de los ancianos; podemos considerarla como signo de todo eso.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
ORACIÓN
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de santa María, siempre Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del Cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R∫. Amén.
V∫. Bendigamos al Señor.
R∫. Demos gracias a Dios.
1. DOLOR. LA PROFECÍA DE SIMEÓN. (Lc 2, 25-35) (Escuchar Dolor 1)
El Evangelio según San Lucas nos narra el primer dolor con estas palabras:
“Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, [los padres de Jesús] lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor.
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él.
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones”. (Lc 2, 22, 25-27, 33-34)
La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
REFLEXIÓN
Dios y Señor Nuestro, por medio del anciano Simeón anunciaste el Dolor intenso de María, señalándolo como una enorme y cruel espada que traspasa el alma. Es una violencia extrema, soportada con un sufrimiento callado, mientras los demás están mortificando la vida de los justos.
En este Dolor proponemos nuestro compromiso de poner paz en nuestro entorno, no ser nunca motivo de dolor para los demás. Hoy oramos a Dios para que la violencia con que se hizo sufrir al alma de María, a su corazón de Madre, no entre en las familias. Que los esposos se respeten y no se desprecien, produciendo más dolor. Que la esposa no sufra ninguna violencia y que el esposo no sea despreciado por ninguna causa. Que el amor sea más fuerte que la muerte, más poderoso que las diferencias que pueda haber. Que nunca acaben los esposos el día con una discusión, sino con una reconciliación que les devuelva el amor a sus corazones y la paz a sus almas.
Dios te Salve María…
ORACIÓN
DIOS Todopoderoso y eterno, que en Cristo manifiestas tu gloria a todas las naciones, por los Dolores de tu Santísima Madre, vela solícito por la obra de tu amor, para que tu Iglesia, extendida por todo el mundo, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R∫. Amén.
2. DOLOR. LA HUÍDA A EGIPTO. (Mt 2, 13-15) (Escuchar Dolor 2)
Cuenta el Evangelio según san Mateo:
“Cuando [los Magos] se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo”. (Mt 2, 13)
¡Oh cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
REFLEXIÓN
No hay paz para la Madre Dolorosa, se apoya en san José y en la alegría de tener al niño. Los Magos les hicieron comprender lo que Jesús suponía de salvación para la humanidad. Herodes golpea el alma de María y la llena de dolor al ver al Hijo de Dios que viene e salvar a la humanidad y se vio rechazado por los poderosos de la Tierra. María guardaba todo esto en su corazón.
En este Dolor proponemos nuestro pensamiento y nuestra oración por aquellas personas que en distintos lugares sufren violencia y persecución por su fe, por su condición humana de pobreza, ignorancia o impotencia para defenderse pacíficamente y callan como María, portando ellos el padecimiento de Cristo que sintió su Madre Dolorosa.
Dios te Salve María…
ORACIÓN
Oh, Dios, en cuyo ordenamiento tiene la familia su sólida base, atiende compasivo las súplicas de tus siervos, y haz que, siguiendo los ejemplos de la Sagrada Familia de tu Unigénito en las virtudes domésticas y en la práctica del amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del Cielo. Por Nuestro Señor Jesucristo.
R∫. Amén.
3. DOLOR. EL NIÑO PERDIDO EN EL TEMPLO. (Lc 2, 41-50) (Escuchar Dolor 3)
Escuchad atentamente este desconcertante encuentro de Jesús con su Madre:
“Cuando [Jesús] cumplió doce años, [él y sus padres] subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo”. (Lc 2, 41-43)
Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
REFLEXIÓN
Cuando perdemos alguien o algo de valor, sufrimos Señor, con una porción de egoísmo, porque nos quedamos sin aquello que amamos. Parece que sufrimos porque nos falta algo. Señor, yo perdí a mi Jesús y me pareció que me alejaba de ti, que era yo quien me perdía. Pronto entendí que a veces tú, Señor, nos dejas para que sepamos responder por nosotros mismos. Cuando perdí a mi Jesús, el mundo se me cayó a mis pies y mi corazón se llenó de angustia. Acompañada de José, fuimos en su busca y lo encontramos entre los maestros de la ley. Verlo fue un gozo, pero no entendí que yo debo ir siempre por delante. Guardé en mi corazón dolido aquellas palabras: «Yo debo estar en las cosas de mi Padre» y comprendí que yo también debía estar en las cosas de mi Hijo. Ayuda, Señor y Dios mío, a todas aquellas personas que viven de espaldas a Dios y a la verdad y que acepten la salvación.
En este Dolor nos paramos a considerar la inocencia de los niños. Hay muchos niños que viven, sin culpa de ninguna clase, la violencia. La sufren y les transforma, con frecuencia, en seres vengativos. Hay niños que han perdido a sus padres a causa de la guerra, que han sido asesinados por odio y rencor, otros porque los consideran como que sobran en este mundo, han perdido a sus padres porque han sido encarcelados por diversas causas justas o injustas, pero para los niños siempre resulta un drama. Hay niños que son despreciados en las escuelas por razones de pobreza, enfermedad o falta de alguna virtuosidad sin culpa propia. Son diversos modos sutiles de persecución, de desamparo. Oremos por ellos, por sus padres y educadores para que puedan y sepan darles amor y apartar de ellos todo tipo de violencia.
Dios te Salve María…
ORACIÓN
Oh, Dios, que con inescrutable providencia has querido que la Iglesia esté asociada a la pasión de tu Hijo, por la intercesión de la Madre de tu Hijo, concede a los niños, que sufren violencia, esperanza y amor, para que sean reconocidos como testigos silenciosos y veraces de tus promesas salvíficas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R∫. Amén.
4. DOLOR. MARÍA SE ENCUENTRA CON JESÚS CAMINO AL CALVARIO. (IV ESTACIÓN DEL VIA CRUCIS) (Escuchar Dolor 4)
Los dolores de María van creciendo en intensidad, en este cuarto dolor la encontramos en su primer encuentro con su Hijo condenado a muerte:
“Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas “El rey de los judíos”, sino: Este ha dicho: Soy el rey de los judíos»”. (Jn 19, 17)
Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
REFLEXIÓN
Siempre hay gente que quiere quitar a los demás los derechos fundamentales que les protegen: libertad, seguridad, vida privada y familiar, libertad de pensamiento, expresión y reunión, derecho a la educación, a la propiedad, al asilo y a la protección… Jesús vivió la conculcación de estos derechos fundamentales por parte de los que deseaban manipular a la sociedad en provecho propio y no dudaron en utilizar la violencia, sometiendo a inocentes con todo su poderío. La Virgen se encontró con Jesús en la Vía Dolorosa sufriendo esta gran injusticia.
Aprendamos a respetar la libertad y los derechos de los que nos rodean, no descartemos a nadie. Recemos por aquellos pueblos que se ven sometidos a la tiranía, al pensamiento de unos pocos, que solo valoran su voluntad y no el derecho de todos los seres humanos.
Dios te Salve María…
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, salvación de cuantos que creen en ti, escucha las oraciones que te dirigimos por tus siervos sometidos a la voluntad de los poderosos. Para estos inocentes imploramos el auxilio de tu misericordia, haz que recuperen su libertad, y sientan la intercesión maternal de Santa María, que siempre desea el bien de todos sus hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R∫. Amén.
5. DOLOR. JESÚS MUERE EN LA CRUZ. (Jn 19, 17-30) (Escuchar Dolor 5)
“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu”. (Jn 19 25, 27)
¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
REFLEXIÓN
En todo el camino hacia el Calvario, María y Jesús se han mirado con frecuencia para intercambiar el dolor por el amor. Las miradas de María eran consuelo para Jesús y a la vez las miradas de Jesús son esperanza para la Madre Dolorosa. Llegan al Calvario y María ve que Jesús culmina su Pasión, concluyendo la Eucaristía de su Vida, tomando la copa del vinagre y diciendo “Está cumplido”. La última mirada antes de su muerte ha incrementado el dolor de la Madre, pero a la vez siente la satisfacción de ver que su Hijo ha cumplido su misión. Queda la esperanza dolorosa.
Oremos, hermanos, por todos aquellos que han muerto injustamente, por los que sufren dolorosas enfermedades, por los que viven su existencia con amargura, con el riesgo de que en su corazón despierten deseos negativos. Que la Virgen Dolorosa les ayude y todos ellos sientan su cercanía y la caricia de su manto protector.
Dios te Salve María…
ORACIÓN
Dios Todopoderoso y Eterno, por los Dolores de la Virgen María, a quien hemos recibido como Madre Nuestra, te imploramos que concedas a quienes viven sin esperanza encontrar la verdad al caminar en tu presencia con sincero corazón y a nosotros, deseosos de ahondar en los valores evangélicos, ser ante el mundo testigos más convincentes de tu amor y crecer en la caridad fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R∫. Amén.
6. DOLOR. MARÍA RECIBE EL CUERPO DE JESÚS. (Mc 15, 42-46) (Escuchar Dolor 6)
“Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro”. (Mc 15, 42-43)
Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
REFLEXIÓN
Bajan a Jesús de la Cruz. José de Arimatea supo dar la cara y, como creyente, habría rezado para conseguir que Pilato le concediera el cuerpo sin vida de Jesús. El Descendimiento no fue fácil. El pequeño grupo de fieles al Señor lo vive con dolor e inquietud. La Madre permanece silenciosa. Piensa en tantas mujeres que ha conocido en su vida y que han perdido a sus hijos por diversas causas. María las comprende a todas, pero más aún aquellas que han perdido a sus hijos con violencia u odio.
En este dolor recemos por las todas las madres que han sufrido la muerte de sus hijos. Oremos porque encuentren un José de Arimatea que las acompañe en este durísimo trance y puedan sentir el consuelo de abrazar siempre a sus hijos en su corazón maternal. Hoy estas madres están en nuestra memoria y merecen nuestro recuerdo. Pidamos a María que haga llegar nuestra oración a estas mujeres que sufren por la pérdida de algún hijo.
Dios te Salve María…
ORACIÓN
DIOS Todopoderoso y Eterno, en tu mano están los corazones de los hombres y las mujeres y los derechos de los pueblos, por la intercesión de la Madre Dolorosa, mira con bondad a los que nos gobiernan las naciones, para que abunden entre ellos los “Josés de Arimatea”, que en todas partes mantengan, con tu auxilio, la prosperidad de los pueblos, la paz estable y la libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro Señor
R∫. Amén.
7. DOLOR. JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO. (Jn 19, 38-42) (Escuchar Dolor 7)
“José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús”. (Mt 27, 59-60).
Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.
REFLEXIÓN
Por el gran sufrimiento vivido por la Madre, merece el título de Dolorosa, ya que ha participado en la Redención muy cerca de su Hijo. A esto se añade el padecimiento de la separación. La sepultura del Hijo, con todos los ritos del enterramiento, es como un “aquí se acabó”, pero la Madre Dolorosa tiene esperanza porque cree en las promesas divinas, sabe que su Hijo es el Hijo Unigénito del Padre, Dios de Dios verdadero y no puede acabar. Esta esperanza que tiene María es dolorosa y confiada. Confiada porque es un bien para la humanidad. Allí está el origen del dolor de Cristo y María convertido en esperanza.
El pequeño grupo que ha acompañado a María hasta el sepulcro de su Hijo amado se convertirá en Iglesia naciente que espera y por eso mismo vive anticipadamente la Resurrección del Señor.
Oremos por los ancianos abandonados en residencias y sin visita alguna. Que siempre haya un pequeño grupo, como el de la Iglesia naciente con María, que nos muestre que no acaba la vida, que sigue y que Dios está a su favor. Cristo ha resucitado y los ancianos que se sienten solos tienen siempre su cercanía y la de todas aquellas personas que, con su vida, quieren hacerlo presente hoy para los ellos. Que nuestra plegaria nos lleve a descubrir que podemos ser portadores de Cristo para los demás.
Dios te Salve María…
ORACIÓN
Te pedimos, Señor, que, por la gloriosa Pasión de tu Hijo, que tanto hizo sufrir a la Virgen María al pie de la Cruz, concedas a tus siervos difuntos el perdón de los pecados que siempre desearon, para que te conozcan en verdad y merezcan gozar de tu visión eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R∫. Amén
ORACIÓN CONCLUSIVA
Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
(Secuencia de la Misa de la bienaventurada Virgen de los Dolores)
Por la persona e intenciones del Santo Padre, el Papa Francisco.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
ORACIÓN FINAL
Oh, Dios, junto a tu Hijo elevado en la cruz quisiste que estuviese la Madre dolorosa; concede a tus hijos que viven la ancianidad con dificultades, que, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezcan participar en su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R∫. Amén