Texto: RVDO. José Cascant Ribelles (Consiliario de la Hermandad)
Música: Coral Polifónica Sagrada Familia de Gandia bajo la dirección de Telmo Gadea.
Plegaria del Santo Padre a la Virgen de los Dolores Nuestra Señora de los siete dolores, nos hemos reunido aquí ante ti como hermanos, dando gracias al Señor por su amor misericordioso. Y tú estás aquí con nosotros, como estuviste con los Apóstoles en el Cenáculo. Madre de la Iglesia y consuelo de los afligidos, nos dirigimos a ti con confianza, en las alegrías y en las fatigas de nuestro ministerio. Míranos con ternura y acógenos entre tus brazos. Reina de los Apóstoles y refugio de los pecadores, que conoces nuestros límites humanos, las faltas espirituales, el dolor por la soledad y el abandono, sana nuestras heridas con tu dulzura.
Madre de Dios y Madre nuestra, te confiamos nuestra vida y nuestra patria, te confiamos nuestra misma comunión episcopal. Haz que obtengamos la gracia de vivir con fidelidad cotidiana las palabras que tu Hijo nos ha enseñado y que ahora, en él y con él, dirigimos a Dios nuestro
Padre. Padrenuestro.
R∫. Amén.
V∫. Bendigamos al Señor.
R∫. Demos gracias a Dios.
Oremos por la Iglesia universal: Dios te salve, María… y Gloria al Padre…
Reflexión
Este Viernes de Pasión, la Iglesia recuerda los dolores de María, Nuestra Señora de los Dolores. Una veneración del pueblo de Dios que tiene siglos de historia. Se han escrito himnos en honor a Nuestra Señora de los Dolores: estaba al pie de la cruz y la contemplan allí, sufriendo. La piedad cristiana ha recogido los dolores de la Virgen y habla de los “siete dolores”. El primero, solo 40 días después del nacimiento de Jesús, la profecía de Simeón que habla de una espada que traspasará su corazón (cf. Lc 2,35). El segundo dolor se refiere a la huida a Egipto para salvar la vida de su hijo (cf. Mt 2,13-23). El tercer dolor, esos tres
días de angustia cuando el niño se quedó en el templo (cf. Lc 2,41-50). El cuarto dolor, cuando Nuestra Señora se encuentra con Jesús en el camino al Calvario (cf. Jn 19,25). El quinto dolor de Nuestra Señora es la muerte de Jesús, ver al Hijo allí, crucificado, desnudo, muriendo. El sexto dolor, el descenso de Jesús de la cruz, muerto, y lo toma en sus manos como lo había tomado en sus manos más de treinta años antes en Belén. El séptimo dolor es el entierro de Jesús. Y así, la piedad cristiana sigue este camino de Nuestra Señora que acompaña a Jesús.
Es bueno para mí, por la tarde, cuando rezo el Ángelus, rezar estos siete dolores como recuerdo de la Madre de la Iglesia, cómo la Madre de la Iglesia con tanto dolor nos ha dado a luz a todos. (Del Papa Francisco, Homilía del 3 de abril de 2020).
Oración
Oh Dios, que concedes a tu Iglesia imitar a la bienaventurada Virgen María en la contemplación de la pasión de Cristo, otórganos, por su intercesión, que nos configuremos cada vez más con tu Hijo unigénito y alcancemos la plenitud de su gracia. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R∫. Amén.
1. DOLOR. LA PROFECÍA DE SIMEÓN. (Lc 2, 25-35) (Escuchar Dolor 1)
El Evangelio según San Lucas nos narra el primer dolor con estas palabras:
“Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, [los padres de Jesús] lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor.
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él.
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones”. (Lc 2, 22, 25-27, 33-34)
Oremos por la paz en el mundo y la libertad de las personas: Dios te salve, María… y Gloria al Padre…
Reflexión
En el templo de Jerusalén, los brazos de María se extienden hacia los del anciano Simeón, que puede acoger a Jesús y reconocerlo como el Mesías enviado para la salvación de Israel. En esta escena contemplamos quién es María: es la Madre que nos da al Hijo Jesús. Por eso la amamos y la veneramos. Y el pueblo [cristiano] acude con fe y devoción a este Santuario […], porque sabe que es Ella la que nos da a Jesús. En el logo de este Viaje apostólico hay un camino dibujado dentro de un corazón que está coronado por la cruz: María es el camino que nos introduce en el Corazón de Cristo, que ha dado la vida por amor a nosotros. (Papa Francisco, Homilía en la Explanada del Santuario nacional de Šaštin, Budapest, 15 de septiembre de 2021).
La Virgen nunca pidió nada para sí misma, nunca. Sí para los demás: pensemos en Caná, cuando va a hablar con Jesús. Nunca dijo: “Soy la madre, mírenme: seré la reina madre”. No lo dijo nunca. No pidió algo importante para ella, en el colegio apostólico. Solo acepta ser madre. Acompañó a Jesús como discípula, porque el Evangelio muestra que siguió a Jesús: con sus amigas, mujeres piadosas, seguía a Jesús, escuchaba a Jesús. Una vez alguien la reconoció: “Ah, ahí está su madre”, “Tu madre está aquí” (cf. Mc 3,31)… Seguía a Jesús. Hasta el Calvario. Y allí, de pie… la gente seguramente decía: “Pobre mujer, lo que sufre”, y los malos seguramente dijeron: “Ella también tiene la culpa, porque si lo hubiera educado bien esto no habría acabado así”. Allí estaba, con el Hijo, con la humillación del Hijo. (Del Papa Francisco, Homilía del 3 de abril de 2020).
Oración
DIOS de misericordia, concédenos, a cuantos recordamos a la santa Madre de Dios, para que, con el auxilio de su intercesión, nos levantemos de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo.
R∫. Amén.
2. DOLOR. LA HUÍDA A EGIPTO. (Mt 2, 13-15) (Escuchar Dolor 2)
Cuenta el Evangelio según san Mateo:
“Cuando [los Magos] se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo”. (Mt 2, 13)
Oremos por los pobres, los necesitados y los perseguidos por cualquier causa: Dios te salve, María… y Gloria al Padre…
Reflexión
Honrar a la Virgen y decir: “Esta es mi Madre”, porque ella es la Madre. Y este es el título que recibió de Jesús, justo ahí, en el momento de la Cruz (cf. Jn 19,26-27). Tus hijos, tú eres Madre. No la nombró primer ministro ni le dio títulos de “funcionalidad”. Solo “Madre”. Y luego, los Hechos de los Apóstoles la muestran en oración con los Apóstoles como una madre (cf. Hch 1,14). Nuestra Señora no quiso quitarle ningún título a Jesús; recibió el don de ser su Madre y el deber de acompañarnos como Madre, de ser nuestra Madre. No pidió para sí misma ser casi-redentora o una corredentora: no. El Redentor es uno solo y este título no se duplica. Solo discípula y madre. Y así, como madre debemos pensar en ella, debemos buscarla, debemos rezarle. Ella es la Madre. En la Iglesia Madre. En la maternidad de la Virgen vemos la maternidad de la Iglesia que recibe a todos, buenos y malos: a todos. (Del Papa Francisco, Homilía del 3 de abril de 2020).
Oración
Concédenos, Señor, a cuantos honramos la gloriosa memoria de la santísima Virgen María, por su intercesión, participar como ella de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.
R∫. Amén.
3. DOLOR. EL NIÑO PERDIDO EN EL TEMPLO. (Lc 2, 41-50) (Escuchar Dolor 3)
Escuchad atentamente este desconcertante encuentro de Jesús con su Madre:
“Cuando [Jesús] cumplió doce años, [él y sus padres] subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo”. (Lc 2, 41-43)
Oremos por los religiosos, las religiosas y los misioneros: Dios te salve, María… y Gloria al Padre…
Reflexión
Hoy nos hará bien detenernos un poco y pensar en el dolor y las penas de Nuestra Señora. Ella es nuestra Madre. Y cómo los ha llevado, como los ha llevado bien, con fuerza, con llanto: no era un llanto falso, era su corazón destrozado por el dolor. Nos hará bien detenernos un poco y decirle a Nuestra Señora: “Gracias por haber aceptado ser Madre cuando el Ángel te lo dijo, y gracias por haber aceptado ser Madre cuando Jesús te lo dijo”. Escuchad atentamente este desconcertante encuentro de Jesús con su Madre. (Del Papa Francisco, Homilía del 3 de abril de 2020).
Oración
Perdona, Señor, los pecados de tus siervos y, ya que no podemos complacerte con nuestras obras, concédenos la salvación por intercesión de la Madre de tu Hijo, nuestro Señor. Él, que vive y reina contigo.
R∫. Amén.
4. DOLOR. MARÍA SE ENCUENTRA CON JESÚS CAMINO AL CALVARIO. (IV ESTACIÓN DEL VIA CRUCIS) (Escuchar Dolor 4)
Los dolores de María van creciendo en intensidad, en este cuarto dolor la encontramos en su primer encuentro con su Hijo condenado a muerte:
“Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas “El rey de los judíos”, sino: Este ha dicho: Soy el rey de los judíos»”. (Jn 19, 17)
Oremos por nuestra patria, por la paz y la justicia: Dios te salve, María… y Gloria al Padre…
Reflexión
En primer lugar, la fe de María es una fe que se pone en camino. La joven de Nazaret, apenas recibido el anuncio del Ángel, «se fue rápidamente a la región montañosa» (Lc 1,39) para ir a visitar y ayudar a Isabel, su prima. No consideró un privilegio el haber sido llamada a convertirse en Madre del Salvador, no perdió la alegría sencilla de su humildad por haber recibido la visita del Ángel, no se quedó quieta contemplándose a sí misma entre las cuatro paredes de su casa. Al contrario, vivió el don recibido como una misión a cumplir, sintió la exigencia de abrir la puerta y salir de su casa, dio vida y cuerpo a la impaciencia con la que Dios quiere alcanzar a todos los hombres para salvarlos con su amor. Por eso María se puso en camino. A la comodidad de la rutina prefirió las incertidumbres del viaje; a la estabilidad de la casa, el cansancio del camino; a la seguridad de una religiosidad tranquila, el riesgo de una fe que se pone en juego, haciéndose don de amor para el otro.
También el Evangelio de hoy nos hace ver a María en camino, hacia Jerusalén, donde junto con José su esposo presenta a Jesús en el templo. Y toda su vida será un camino detrás de su Hijo, como primera discípula, hasta el Calvario, a los pies de la cruz. María camina siempre. (Papa Francisco, Homilía en la Explanada del Santuario nacional de Šaštin, Budapest, 15 de septiembre de 2021).
Oración
Oh, Dios, que has elegido como Madre del Salvador a la bienaventurada Virgen María, excelsa entre los humildes y los pobres, concédenos que, siguiendo su ejemplo, te ofrezcamos el obsequio de una fe sincera y pongamos en ti la esperanza de la plena salvación. Por nuestro Señor Jesucristo .
R∫. Amén.
5. DOLOR. JESÚS MUERE EN LA CRUZ. (Jn 19, 17-30) (Escuchar Dolor 5)
“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu”. (Jn 19 25, 27)
Oremos por Gandia y por sus ciudadanos: Dios te salve, María… y Gloria al Padre…
Reflexión
María Dolorosa al pie de la Cruz simplemente permanece. Está al pie de la Cruz. No escapa, no intenta salvarse a sí misma, no usa artificios humanos y anestésicos espirituales para huir del dolor. Esta es la prueba de la compasión: permanecer al pie de la Cruz. Permanecer con el rostro surcado por las lágrimas, pero con la fe de quien sabe que en su Hijo Dios transforma el dolor y vence la muerte.
Y también nosotros, mirando a la Virgen Madre Dolorosa, nos abrimos a una fe que se hace compasión, que se hace comunión de vida con el que está herido, el que sufre y el que está obligado a cargar cruces pesadas sobre sus hombros. Una fe que no se queda en lo abstracto, sino que penetra en la carne y nos hace solidarios con quien pasa necesidad. Esta fe, con el estilo de Dios, humildemente y sin clamores, alivia el dolor del mundo y riega los surcos de la historia con la salvación. (Papa Francisco, Homilía en la Explanada del Santuario nacional de Šaštin, Budapest, 15 de septiembre de 2021).
Oración
Te rogamos, Señor, que venga en nuestra ayuda la intercesión poderosa de santa María, siempre Virgen, para que, libres de todo peligro, podamos gozar de tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo.
R∫. Amén.
6. DOLOR. MARÍA RECIBE EL CUERPO DE JESÚS. (Mc 15, 42-46) (Escuchar Dolor 6)
“Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro”. (Mc 15, 42-43)
Oremos por todos los Cofrades de las diversas Hermandades de Gandia: Dios te salve, María… y Gloria al Padre…
Reflexión
La fe de María también es una fe profética. Con su misma vida, la joven de Nazaret es profecía de la obra de Dios en la historia, de su obrar misericordioso que invierte la lógica del mundo, elevando a los humildes y dispersando a los soberbios (cf. Lc 1,52). Ella, representante de todos los “pobres de Yahvé”, que gritan a Dios y esperan la venida del Mesías, María es la Hija de Sión anunciada por los profetas de Israel (cf. So 3,14-18), la Virgen que concebirá al Dios con nosotros, el Emmanuel (cf. Is 7,14). Como Virgen Inmaculada, María es icono de nuestra vocación. Como Ella, estamos llamados a ser santos e irreprochables en el amor (cf. Ef 1,4), siendo imagen de Cristo.
La profecía de Israel culmina en María, porque Ella lleva en el seno a Jesús, la Palabra de Dios hecha carne. Él realiza plena y definitivamente el designio de Dios. De Él, Simeón dijo a la Madre: «Este niño está puesto para que muchos caigan y se eleven en Israel, y como un signo de contradicción» (Lc 2,34). No olvidemos esto: no se puede reducir la fe a azúcar que endulza la vida. No se puede. Jesús es signo de contradicción. Ha venido para llevar luz donde hay tinieblas, haciéndolas salir al descubierto y obligándolas a rendirse. Por eso las tinieblas luchan siempre contra Él.
Quien acoge a Cristo y se abre a Él resurge, quien lo rechaza se cierra en la oscuridad y se arruina a sí mismo. Jesús les dijo a sus discípulos que no había venido a traer paz sino una espada (cf. Mt 10,34). En efecto, su Palabra, como espada de doble filo, entra en nuestra vida y separa la luz de las tinieblas, pidiéndonos que decidamos, nos dice “decide”. Ante Jesús no se puede permanecer tibio, con “el pie en dos zapatos”. No, no se puede. Acogerlo significa aceptar que Él desvele mis contradicciones, mis ídolos, las sugestiones del mal; y que sea para mí resurrección, Aquel que siempre me levanta, que me toma de la mano y me hace volver a empezar. Siempre me levanta. (Papa Francisco, Homilía en la Explanada del Santuario nacional de Šaštin, Budapest, 15 de septiembre de 2021).
Oración
Oh Dios, que te has dignado elegir para morada de tu Verbo el seno virginal de santa María, concédenos, defendidos por su protección, participar en su memoria llenos de alegría. Por nuestro Señor Jesucristo.
R∫. Amén.
7. DOLOR. JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO. (Jn 19, 38-42) (Escuchar Dolor 7)
“José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús”. (Mt 27, 59-60).
Oremos por los Cofrades de nuestra Hermandad de la Dolorosa: Dios te salve, María… y Gloria al Padre…
Reflexión
María, Madre del camino, se pone en camino; María, Madre de la profecía; por último, María es la Madre de la compasión. Su fe es compasiva. Aquellaque se definió “la sierva del Señor” (cf. Lc 1,38) y que, con materna solicitud, se preocupó de que no faltara el vino en las bodas de Caná (cf. Jn 2,1-12), compartió con el Hijo la misión de la salvación, hasta el pie de la cruz. En ese momento, en el angustioso dolor vivido en el Calvario, Ella comprendió la profecía de Simeón: «Y a ti, una espada te traspasará el alma» (Lc 2,35). El sufrimiento del Hijo agonizante, que cargaba sobre sí los pecados y los padecimientos de la humanidad, la atravesó también a Ella. Jesús desgarrado en la carne, hombre de dolores desfigurado por el mal (cf. Is 53,3); María desgarrada en el alma, Madre compasiva que recoge nuestras lágrimas y al mismo tiempo nos consuela, señalándonos la victoria definitiva en Cristo. (Papa Francisco, Homilía en la Explanada del Santuario nacional de Šaštin, Budapest, 15 de septiembre de 2021).
Oración
Dios todopoderoso, concede a tus fieles, alegres bajo la protección de la santísima Virgen María, verse libres, por su intercesión, de los males de este mundo y alcanzar los gozos eternos del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
R∫. Amén.
Oremos por la persona e intenciones del Santo Padre, el Papa Francisco. Padrenuestro, Avemaría y Gloria…
Oración final
Oh, Dios, junto a tu Hijo elevado en la cruz quisiste que estuviese la Madre Dolorosa; concede a tu Iglesia, que, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar en su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R∫. Amén.