¡Qué mal lo estamos haciendo! CARTA ABIERTA A LOS COFRADES

 

No cabe duda de que algo estamos haciendo mal en el seno de la Hermandad. A pesar de vivir en la era global, en la era de las comunicaciones, en la que se presupone que todo debe resultar más fácil y ágil, en la que los canales vencen a la desconexión, al silencio, el mensaje no llega. No cala. Y no lo hace porque no se entiende, quizás las palabras hilvanadas no sean las más adecuadas, o simplemente porque no interesa y uno decide pasar; esto no va conmigo. ¿Y si no va contigo, con quién va? –me pregunto–.  La Hermandad está formada por hermanos y estos son los que la mantienen viva. No la mantiene viva ni una directiva, ni un consiliario, ni siquiera un hermano mayor a pesar de toda su implicación y entrega.

Nadie dijo que gestionar una hermandad resultara una tarea fácil, pero ver la poca respuesta e implicación de los cofrades en todos los actos que organiza la Hermandad nos hace plantear si realmente merece la pena todo lo que se está haciendo.

Y si esto está ocurriendo, no desde ahora, sino desde hace ya muchos años, es porque algo no está funcionando bien. Quizás porque no se tengan claros los valores de lo que resulta ser cofrade, de pertenecer a una Hermandad… la pandemia desgraciadamente ha acelerado la involución. Un retroceso a nivel participativo, a pesar de la infinidad de actos y efemérides celebradas. Muchas oportunidades para demostrar con humildad que uno es Doloroso o Dolorosa. Acompañar a la Virgen el Jueves Santo y el Viernes Santo, está muy bien, pero, ¿y el resto del año? ¿Dónde está la gente en la misa mensual por los difuntos de la hermandad cada segundo sábado de mes? En los estatutos de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores de Gandia –que os invito a que los releáis, los encontraréis en la página web dolorosagandia.com– pone bien claro que una de las obligaciones de todo cofrade es participar de cuantos actos organice la Hermandad. 

No creo que este sea un caso aislado. Me refiero a que posiblemente sea un mal compartido que afecta en mayor o menor medida a otros colectivos de este mismo carácter de la ciudad. Un hecho vinculado al proceso de secularización brutal que está viviendo la Iglesia, pero siento  pena ver cómo el compromiso no va más allá de dos días. Siento envidia sana de otras hermandades que viven el verdadero sentido de una Hermandad. Hermandades que sin ser tan “Reales” llegan a ser más humanas, más participativas, más comprometidas, en una palabra más Hermandad. 

Seguramente, algo estamos haciendo mal. No hemos sabido comunicar los valores de la Dolorosa a pesar de nuestra insistencia a través de los diferentes actos organizados.

Este año celebramos el 70 aniversario de la refundación de la Hermandad. Una efeméride importante que nos recuerda de donde venimos. Aunque la historia de la Dolorosa va mucho más allá, hemos llegado hasta aquí, gracias a la labor de tantas directivas que han precedido a la actual; a horas de trabajo y esfuerzo sin esperar nada a cambio con el fin de extender en el tiempo una tradición en la ciudad; la veneración de Nuestra Señora de los Dolores. A todos ellos no hay más que darles las gracias por su aportación pues sin ellos todo lo que es hoy la Real Hermandad no sería posible. 

No tendríamos el patrimonio artístico, histórico y cultural que tenemos hoy en día. No dispondríamos de ese contenedor cultural y de fe como lo es DOLOROSA MUSEU. No seríamos nada de lo que somos si en las distintas épocas, en las diez, cada una de ellas con un hermano Mayor y una directiva, y unas ideas distintas, no hubiera habido una destacada actividad. Unas acciones realizadas siempre con un elemento en común: consolidar la hermandad y hacerla grande entre las grandes.

Posiblemente, algo estamos haciendo mal. O tal vez sea yo el que lo esté haciendo mal. Debemos empezar a preparar el relevo para que la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores siga su camino de propagación del mensaje de Cristo a través de su Madre.

Desde aquí os invito a que nos ayudéis a seguir trabajando por la Hermandad. A sumar y no restar. A pensar en positivo por el bien de la Hermandad. A ayudarnos en la toma de decisiones a través de las asambleas. También necesitamos saber que estáis ahí, al lado, aportando ideas y corrigiéndonos los errores. De lo contrario, no sé si las futuras generaciones serán capaces de celebrar otros 70 años de vida.