Texto: Rvdo. D. José Cascant Ribelles. Canónigo Insigne Colegiata de Gandia Consiliario Ilustre Hermandad Nuestra Señora de los Dolores
(14 diciembre de 2018)
A continuación reproducimos la conferencia que impartió nuestro Consiliario Rvdo. D. José Cascant Ribelles en la sede de la Hermandad el pasado 14 de diciembre de 2018.
1. El contexto
Los padres de Jesús, María y José llegan al templo para presentar a su hijo primogénito y cumplir la Ley. Habían hecho lo que iban a hacer y ofrecieron el rescate de su Hijo. De pronto irrumpe un personaje que ni contaban con él ni hacía falta que estuviera para cumplir con la ley, es un intruso, a no ser que como creyentes pensemos lo que dice el evangelista que se ha introducido no Simeón sino el Espíritu Santo. Lo dice Lucas de un modo muy simpático pero a la vez sobrenatural:
“25Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. 26Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.
27Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, 28Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
29«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. 30Porque mis ojos han visto a tu Salvador, 31a quien has presentado ante todos los pueblos:
32luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».33Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
34Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción 35—y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».”
Es un núcleo en el conjunto de expresiones del viejo Simeón; nuestra frase es:
—y a ti misma una espada te traspasará el alma—
a) No se refiere a “para que se pongan de manifiesto…”, la frase se ha dicho antes, por tanto la faena de esa espada está en lo que se ha dicho anteriormente.
b) Podría referirse a “que muchos en Israel caigan y se levanten” o “será como un signo de contradicción”.
c) Prefiero inclinarme a ˝será como un signo de contradicción”: Porque la otra expresión está alejada y complementada por las que siguen.
d) Cuando nosotros vemos el texto en castellano, así arreglado y bonito con nuestra puntuación, ya es esta traducción una especie de exégesis, porque todo está muy bien ordenado. Pero el griego antiguo y, por ende, el del Nuevo Testamento, se escribe seguido, sin separaciones y sin signos ortográficos que las letras, los mejores documentos van escritos con letras mayúsculas. En nuestro caso no hay problemas de texto, no se trata de interpolaciones posteriores, ni añadidos de com
prensibilidad. A todas luces es original del autor y está dentro de los distintos géneros literarios que utiliza el autor, al que llamamos con la tradición San Lucas.
e) Tenemos por tanto dos frases: 1) «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones»; y 2) «—y a ti misma una espada te traspasará el alma—. Esta segunda es la nuestra, la que tenemos que exponer en sentido bíblico, teológico, espiritual y de piedad popular, pero queremos saber a qué se refiere y cuál es el valor para nuestros días y para nuestra Hermandad. Porque en esta frase última se fundamenta la devoción a una imagen de María, Madre Dolorosa o Virgen de los Dolores.
II. Una cuestión de autor
Lucas el Evangelista (hebreo: transliterado Lyka o Liká; griego: Loukás) es considerado por la tradición cristiana el autor del Evangelio según san Lucas y de los Hechos de los Apóstoles. Fue discípulo de Pablo de Tarso.
1. Se cree por muchos que Lucas fue un médico que nació en la ciudad de Antioquía que pertenece a la antigua Turquía, aunque algunos exégetas y teólogos piensan que Lucas fue un judío de la Diáspora. Lucas es mencionado en las epístolas de Pablo, además de ser un hombre más de educación griega y de profesión médico. Estaba quizás también emparentado con el diácono Nicolás (un prosélito de Antioquía). Según cuenta la tradición, fue miembro de los setenta y dos, id est al grupo de seguidores de Jesús, pero según la exégesis, las fechas de la escritura de sus obras no concuerdan en el tiempo. También se sabe que, en la redacción de su Evangelio, Lucas hizo una prolija investigación entrevistando a personas (incluyendo a los Apóstoles y tal vez a María, la madre de Jesús), que fueron testigos de estos hechos, como se puede encontrar en el prólogo del Evangelio y que los Hechos de los Apóstoles es una continuación del mismo. Es el más largo y el mejor redactado por el uso depurado y equilibrado del griego, como solo de una persona culta y erudita se podía esperar en tales fechas. Lucanus (Lucas) se hizo cristiano mucho después y según la tradición conoció a María, la madre de Jesús, en una visita que hizo junto a Pablo.
Al revelarnos los íntimos secretos de la Anunciación, de la Visitación, de la Navidad, él nos hace entender que conoció personalmente a María, la madre de Jesús. Se cree, por esto, que Lucas cita tanto sucesos de la infancia de Jesús, como habla de los sentimientos de María. “María, por su parte, guardaba con cuidado todas estas cosas, meditándolas en su corazón”, dice Lucas cuando llegan los pastores al pesebre a adorar a Jesús recién nacido.
Algún exégeta avanza en la hipótesis de que fue la Virgen María misma quien le transcribió el himno del “Magnificat”, que ella elevó a Dios en un momento de exultación en el encuentro con su prima Isabel.
2. Atribuciones: Incluso una pintura muy antigua de María en las catacumbas de Priscila en Roma es atribuida, según la tradición, al evangelista.
Lucas era seguidor de Pablo, “el médico querido” (Colosenses). Lucas hizo muchos viajes junto a Saulo de Tarso en su camino por la evangelización. Por lo que se sabe Pablo no era un hombre sano y quizás necesitó de la ayuda de Lucas para sus viajes1.
A san Lucas se le atribuye ser médico porque en algunos signos de Jesús dice de qué enfermedad se trata, conoce de enfermedades, males y remedios, y es nombrado un tal Lucas como médico de Pablo. Lo que ocurre con san Lucas es que se trata de un hombre culto, ilustrado, buen lector y gran escritor. Se podría decir de san Lucas que era un experto navegante o armador de barcos porque en los Hechos de los Apóstoles describe a la perfección las naves y conoce el lenguaje técnico de los hombres del mar y términos específicamente náuticos. No necesariamente es marino ni médico, sino un hombre culto que sabe incluso los remedios de enfermedades.
A san Lucas se le atribuye ser pintor de imágenes de la Virgen e incluso escultor. Pero esto no pasa de ser una atribución difícilmente sostenible con una investigación profundo. El mejor retrato que nos ha hecho san Lucas de la Virgen se encuentra en el Evangelio y al comienzo de los Hechos de los Apóstoles (1, 14). Uno de los retratos que nos da de la Virgen es el de “Virgen de los Dolores, Madre de Dolores o Nuestra Señora de los Dolores”.
Por cómo construye las partes más religiosas y menos biográficas del Evangelio se puede considerar que San Lucas es incluso un maestro, escriba o sabio judío que escribe a un colega suyo para asegurarle en lo que ha sido catequizado, se trataría de Teófilo.
3. Tras la muerte de Pedro y Pablo, no se sabe bien el destino de Lucas: se discute aún si fue martirizado o si, según el antiguo Prefatio vel Argumentum Lucae, murió de anciano. Algunos autores sostienen que ha
bría predicado en Macedonia, Acaya y Galacia y que supuestamente falleció en Beocia. Según una tradición antigua (Gaudencio PL 20, 962), Lucas habría sido martirizado junto a Andrés el Apóstol en Patras, en la provincia romana de Acaya.
La tradición indica que San Lucas mandó ser enterrado junto a la imagen tallada de “nuestra Señora” que él mismo había confeccionado. Luego, como refiere San Jerónimo (cf. De viris ill. VI, I), sus huesos fueron transportados a Constantinopla, a la basílica de los Santos Apóstoles.
Cuando sus restos sufrieron aquel primer traslado, el emperador se hizo cargo de aquella imagen tallada, la cual originaría (siglos después) el culto a la Virgen de Guadalupe en España.
En tiempos de las Cruzadas, las reliquias del santo llegaron a Padua. Desde entonces se conservan en la iglesia de Santa Justina. (El cráneo fue en cambio trasladado en 1354 de Padua a Praga a la catedral de San Vito por voluntad del emperador Carlos IV).
4. Auténtica atribución del evangelio de Lucas.
Existen tres razones por las cuales se concede a Lucas la autoría del evangelio que lleva su nombre.
a) Primero, porque es improbable que se lo hubieran inventado. Si la iglesia primitiva hubiera querido poner el nombre del autor a la obra que hoy adjudicamos a Lucas, es poco probable que hubieran elegido a Lucas, pues este no se presenta como un testigo ocular de los hechos que narra, no es un apóstol de Jesús. Esto favorece su autoría.
b) Segundo, porque cuenta con el testimonio unánime de la iglesia primitiva. Podemos citar por ejemplo a San Ireneo: «Mateo publicó su propio Evangelio entre los hebreos en su propia lengua, cuando Pedro y Pablo estaban predicando el evangelio en Roma y fundando la iglesia allí. Después de su partida, Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, él mismo nos dejó por escrito la esencia de la predicación de Pedro. Lucas, seguidor de Pablo, asentó en un libro el evangelio predicado por su maestro. Luego Juan, el discípulo del Señor, quien también se recostaba sobre su pecho, produjo su Evangelio mientras vivía en Éfeso en Asia». (Ireneo, Adversus Haereses 3,3,4)
c) Tercero, porque no existen competidores para la autoría de dicha obra.
Estas tres razones acreditan la autoría de dicha obra a S. Lucas.
III. Explicación del texto
1. Según todo lo dicho, san Lucas, sabio y culto, es preciso en las cosas que narra, después de su larga
investigación. Ha escuchado cosas y otras le han sido inspiradas de lo alto, a la vez quiere interpretar el Antiguo Testamento como cumplido en su Evangelio.
San Lucas tiene presente, en el texto que nos ocupa la profecía del Emmanuel del Isaías (Isaías 7,14):
“El Señor mismo os dará por eso la señal: He aquí que la Vírgen concebirá, y dará a luz un hijo, y será llamado Emmanuel su nombre”.
Todos los aspectos que va describiendo dan perfecto cumplimiento a la profecía. La Virgen de Isaías dará a luz para algo, pues el que nace de ella es el Emmanuel, Dios con nosotros.
¿Será bien recibido cuando venga?
¿Será plato para el gusto de todos?
¿Complacerá su actuación al pueblo de Israel?
Bajo ningún aspecto, acabará en una cruz, luego más grave: Dios mismo sepultado. El hombre ha ganado su batalla, haciendo desaparecer a Dios de su dominio. Suena el “Seréis como Dios” del Paraíso (Génesis 3, 5). ¿A quien le duele más, a Dios que así lo ha determinado para el Emmanuel, su enviado, o a la madre que esperaba el triunfo definitivo de Dios en el Hijo de sus entrañas?
Veamos de nuevo que dice Simeón:
“Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones”.
Leamos el texto frase por frase:
• Este es el niño Emmanuel.
• Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan.
• Este ha sido puesto para que muchos en Israel se levanten.
No caen ni se levantan los mismos, unos caen y otros se levantan. Los que estaban en la cumbre de su soberbia (seréis como Dios) se caerán; los que estaban caídos con falta ya de esperanza, se levantará.
• Ese niño Emmanuel es, pues, como un signo de contradicción.
Por su causa o porque él mismo lo hará, a unos los echará abajo y a otros los levantará: “El que se enaltece será humillado, y el que se humille será enaltecido” (Lc 14, 11).
• Se pondrán de manifiesto los pensamientos (contradictorios) de muchos corazones.
Los que piensan que son como Dios se declararán ellos mismos como caídos ante los que esperan en Dios y se han levantado, a la vez que los esperanzados se declararán ellos mismos como levantados ante los caídos en desgracia.
Esta actitud que no va a gustar al mundo es para la madre del Emmanuel:
• y a ti misma una espada te traspasará el alma—.
2. Ahora nos falta saber qué es esa espada y esa alma.
La espada no se trata de una espada común, se refiere a una especie de lanza, larga, afilada, para atravesar el corazón de delante hacia atrás. También puede ser un machete o una especie de cimitarra, larga, afilada, cuya finalidad de uso es acabar con la vida del enemigo.
Simbólicamente, también se usa rhomphaya para designar un dolor tan fuerte como sufrir la guerra de modo permanente. No necesariamente ha de ser un mal físico realizado de una vez para siempre, sino un constante dolor que se convierte en un desvivir con la amenaza siempre preparada sobre uno que lo sufre impotente para poder librarse.
ψυχὴν, la pchiché, la psiquis, la vida
ψυχὴ es en Platón el alma inmortal y preexistente que goza de una vida más allá de las sombras, hasta que se le asigna un cuerpo para poder ejercer.
En Aristóteles es uno de los dos elementos del ser humano. El alma y el cuerpo son los dos elementos que se unen con el nacimiento y se separan con la muerte. El cuerpo rige las funciones materiales y el alma las intelectuales.
Para los judíos de la Biblia ψυχὴ es el nephés. El hombre de la Biblia tiene tres elementos, cuerpo (baśar) o carne, corazón como sede del conocimiento y las aspiraciones es la dimensión interior del hombre y el nephés, sede de los afectos y sentimientos. Según las diversas antropologías que aparecen en la biblia pueden usarse otros términos que se concretan con el hígado y otras partes del cuerpo. Pero la más espiritual es nephés.
ψυχὴν en un texto bíblico se refiere a lo más espiritual y sede de los amores y dolores. Está en juego la vida de María, la mujer que pisará la cabeza de la serpiente. Si esta mujer cae, toda la humanidad cae.
La muerte llegó por uno y la vida llegó por uno, el nuevo Adán, Jesús el Cristo. María es la nueva Eva que está destinada al sufrimiento arrastrando consigo la amenaza de acabar con la salvación de la humanidad si ella no fuera fiel. Es tomar la responsabilidad que pasa del Dios hecho hombre, al hombre para participar en la vida divina. María representa con su dolor a toda la humanidad.
En definitiva: la Pasión de Cristo, al igual que su Nacimiento, no se acaba de comprender sin la cooperación positiva del hombre, es decir, no se entiende sin la Madre, ella es la corredentora. La Pasión del Hijo de Dios es la Pasión de la Madre de Cristo. El dolor de Cristo se comprende en el dolor de María.
La espada es espiritual, el dolor, y el alma es la vida de María. Por eso mismo no se entiende una Semana Santa con muchos pasos del Señor y sin uno de la Virgen Dolorosa. Ambas se exigen, ambas son necesarias.
IV. Sentidos del texto
Los sentidos vienen demarcados siempre tras el significado de las palabras y encontrada la relación que estas tienen entre sí, entre el anuncio y el cumplimiento del anuncio. Nos hemos comprometido a señalar cuatro sentidos. Los antiguos judíos decían que la Biblia tenía 70 caras, porque Dios no puede ser encerrado en un solo sentido. Con moderación sacamos cuatro sentidos:
1. Sentido bíblico literal, es el primigenio, lo que la Escritura nos dice. La Biblia es Palabra de Dios y tiene un sentido con lo que dice, casi no necesita interpretación, pero también es literatura. Nuestro texto está compuesto en un estilo clásico incomparable. En él hay cuatro frases: las dos primeras y la cuarta dicen lo mismo en un plan in crescendo, superándose una a la otra para dar importancia al contenido y entre la segunda y la cuarta se ha incluido una cuña “—y a ti misma una espada te traspasará el alma—“. Si no nos damos cuenta de la disposición literaria, parece que la espada que traspasa el alma es para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones. Literariamente hay que entender que en todo el proceso, es decir, mientras unos caen y otros se levantan (1), el niño sea signo de contradicción (2) y se manifiesten los pensamientos perversos o buenos (4) allí está María con una espada clavada en su alma (3). Porque María está comprometida con Cristo, no porque sea solo su hijo, sino porque ella se declaró la “esclava
del Señor”. Es decir, decidió entrar en el plan de Dios. Cuantos teólogos hubieran querido estar presentes, cual notarios, para saber todo el contenido de aquella conversación entre Gabriel y María. En cierta manera la Madre del Redentor sabía a qué se comprometía, quizá no lo sabía en qué alcance porque Dios no puede abarcarse totalmente por la mente humana, pero le quedó claro que su misión no era fácil, sino muy difícil. Eso es lo que confirma Simeón ante María: que ante todo el proyecto de Dios ella ha aceptado vivir en la tierra la peor parte, la dolorosa, la permanentemente dolorosa, la dolorosa sin sosiego. No está al final o al principio, está en todo el proceso. Eso es lo que indica la inclusión de María en el proceso del niño, María siempre con el corazón oprimido.
2. Sentido teológico. María, la mujer dolorosa que acompaña a Cristo en la cuna, en el templo, en Nazaret y en la Cruz, acompañará a los discípulos en la espera de Pentecostés. Ella no es solo la persona María, hija de Joaquín y de Ana, esposa de san José, natural de Nazaret. María es la Iglesia. Lo que María se compromete a llevar en su corazón, esa espada de dolor es lo que se compromete la Iglesia. El Concilio Vaticano II declaró a Santa María, Madre de la Iglesia, porque es el genuino representante de los que se unen al plan de Cristo. Dicho sencillamente, María es la Iglesia y la Iglesia somos cada uno de nosotros. Los creyentes estamos llamados a vivir y ser portadores de ese dolor de María, para establecer el reino de Cristo.
3. Sentido espiritual. Es el sentido de la vocación a la santidad. De la lucha por vivir las virtudes humanas y las sobrenaturales. No es un deseo, es una realidad. Las palabras de Simeón no son una genética del deseo para el día de mañana, es una actualización de Cristo en nuestra vida interior. La espada en nuestra alma es el mundo contrario a Dios. Nos ha de doler el rechazo actual de todo lo que habla de Dios. Se quiere sacar a Dios de todos los ámbitos de nuestra sociedad, incluso de las fiestas religiosas, que se quiere transformar en carnavales de mal gusto. Duele en el alma de un cristiano que ama a Dios y se quiere ausentar de nuestro mundo a Dios y al creyente.
4. Sentido vivido en la piedad popular. Cuando uno es miembro de una hermandad no se inscribe para hacer una fiesta en la Semana Santa. La piedad popular no son festejos profanos, sino llenos de sentido religioso y de testimonio de fe. Es el pueblo quien expresa con su devoción y de manera plástica el ser y el sentir de la Iglesia. Es un cristiano que se une a otros para, viviendo un determinada y concreta devoción, expresar la caridad de Cristo. Se trata de hacer ver, de descubrir a los demás que con la propia devoción se está dando un testimonio de fe. Una hermandad es una parcela de una parroquia que vive de un modo peculiar la fe de la Iglesia, no se trata de que “somos diferentes o mejores, sino iguales pero con algo más de compromiso que aquellos que solo miran. Las Hermandades somos luz para que los que vean nuestras obras den gloria a Dios. La Hermandad de la Dolorosa tiene que ser ejemplo especial y específico por cuanto que la Señora, la Mujer de los Dolores es el estandarte de nuestra práctica de la fe en Cristo, de modo que ya no podemos ser indiferentes.
Notas
1Veamos como se llega a esta conclusión: Envía saludos a los colosenses, esto indica que les había visitado. Luego aparece por primera vez en los Hechos en Tróade (16, 8), donde se reúne con San Pablo, y, tras la visión, cruza con él a Europa desembarcando en Neápolis y continuando a Filipos, “persuadidos de que Dios nos había llamado para evangelizarles” (relato en primera persona).
Luego está presente en la conversión de Lidia con sus compañeros. Junto con San Pablo y sus compañeros, fue reconocido por el espíritu pitón: “Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación” (v. 17).
Vio a Pablo y Silas detenidos, arrastrados ante los magistrados romanos, acusados de alborotar la ciudad, “siendo judíos”, azotados con varas y echados a prisión. Lucas y Timoteo escaparon, probablemente porque no eran judíos.
Cuando Pablo partió de Filipos, Lucas se quedó, con toda probabilidad para continuar el trabajo de evangelista. San Jerónimo cree que es muy probable que San Lucas sea “el hermano, cuyo renombre a causa del Evangelio se ha extendido por todas las Iglesias”, y que fuera uno de los portadores de la carta a Corinto. Poco después, cuando San Pablo volvió de Grecia, San Lucas le acompañó de Filipos a Tróade, y con él hizo el largo viaje por la costa descrito en Hechos 20. Subió a Jerusalén, estuvo presente en el tumulto, vio el ataque al apóstol. Los biblistas están seguros de que fue un continuo visitante de San Pablo durante los dos años de prisión en Cesarea.
Fue partícipe del naufragio y estuvo junto a Pablo en Roma por un período considerable, lo que se sabe por la Epístola a los Colosenses y la Epístola a Filemón, donde se le menciona en los saludos dados: “Os saluda Lucas, el médico querido”, “Te saludan… Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores”.
También los estudiosos dicen que los relatos de los Hechos se hicieron en ese período y Lucas fue el último fiel compañero de Pablo hasta su muerte: “He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera… Apresúrate a venir hasta mí cuanto antes, porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo… El único que está conmigo es Lucas”(2 Timoteo).
En los saludos aparece Marcos, el fiel colaborador de Simón Pedro que también habría participado de la última etapa del apóstol Pablo en Roma.